martes, julio 01, 2014

CAPITULO I

Manual de la Devoción al Sagrado Corazón de Jesús


"Antes que nada cuida de tu corazón, pues de él brota la vida" (Pro 4, 23)

"Pues Dios sabe que los amo tiernamente en el Corazón de Cristo Jesús."
(Fil 1, 8)


CAPITULO PRIMERO





Fundamentos de la Devoción al Sagrado Corazón de Jesús en las Sagradas Escrituras

Introducción :


Antes de comenzar con el análisis de los aspectos escriturísticos propiamente dichos conviene aclarar, anticipadamente, dos aspectos muy importantes de lo que entendemos por devoción y culto al Corazón de Jesús :

1- Caigamos en la cuenta de que el amor indiviso de la Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, es el objeto real de la Devoción y el culto

que le debemos al Sagrado Corazón de Jesús.

2- Nuestra atención se centra preferencialmente en su Corazón, por ser la expresión "sacramental" por excelencia de su infinito Amor, pero por Corazón de Jesús entendemos, desde luego, toda la Persona íntegra del Señor Jesús.


Con anterioridad a la gran Carta Encíclica "Haurietis Aquas" de Pío XII, del año 1956, casi todos los trabajos y estudios que se hicieron para descubrir la sólida base que tiene en las Sagradas Escrituras la devoción al Corazón de Jesús, adolecieron un método y enfoque bastante defectuoso. Como bien señaló hace años el P. Hugo Rahner, en la mayor parte de los casos, el método de buscar el mayor número posible de citas bíblicas que pudieran probar tal o cual aspecto previamente determinado de la devoción rindió por lo general muy pobres resultados, debido a que el punto de partida era incorrecto.

No acudimos a las Sagradas Escrituras para confirmarnos en nuestros propios puntos de vista, por más piadosa que sea nuestra intención. Acudimos a los estudios bíblicos para dejarnos guiar por la Palabra inspirada y servirla; no para servirnos de ésta.

Un primer resultado, pues, de este mejor enfoque para consultar las Escrituras, fue el abandonar la insistencia desproporcionada por hacer exégesis de textos, tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento, donde aparece la palabra corazón en referencia directa al corazón del Mesías. De ahora en adelante, sin descuidar la importancia de esos textos, nuestra atención debe volverse hacia el horizonte más propio y adecuado de la Devoción : El Amor infinitamente tierno de

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Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo, que se nos revela admirablemente bajo ese sacramento definitivo, que es la Sagrada Humanidad del Verbo, y se expresa perfectamente por esa palabra "fuente" que es corazón.

Este ampliarse, tan acertadamente, los horizontes y el contenido de la expresión Corazón de Jesús para abrazar el Amor de la Santísima Trinidad, tal como se nos ha manifestado en Jesucristo, nos permite acercarnos a las Sagradas Escrituras, desde un punto de partida mucho más abarcador.

Nos damos cuenta de que no debemos auscultar solamente esos textos donde encontremos alguna referencia relevante al Corazón de Jesucristo, sino que también todos esos otros que nos hablan del Amor de Yahvé por su Pueblo; amor continuamente traicionado tanto por Israel como por toda la humanidad. Todos ellos culminan en ese momento herido de la historia en que atravesamos de una lanzada el Corazón mismo de Dios.

Corazón

La palabra corazón se emplea más de mil veces en el Antiguo Testamento y unas ciento cincuenta en el Nuevo. Sólo unas treinta veces en referencia al corazón de Dios, debido a que este tema del corazón de Dios, es decir, de su intimidad, le resultaba muy delicado a ese pueblo que tenía una conciencia tan viva del respeto que le debemos a Dios. Es obvio, de todas maneras, que se trata de una proto-palabra, es decir, de una de esas palabras básicas tales como espíritu, rostro, mano, camino, etcétera, que integran el núcleo central del lenguaje bíblico, y sin las cuales no lograríamos adentrarnos en el pensamiento semita.

En hebreo, la palabra y sus sinónimos son: leb, lebab, beten, me 'im, qereb. En griego : kardia, koilia y splanchna. En latín: cor, venter, viscera.

Una de las acertadas definiciones de corazón en el contexto del lenguaje bíblico en el Antiguo Testamento nos la ha dado G. Kittel :

"El corazón es el principio y órgano de la vida humana personal, el punto interno donde se realizan el ser y el obrar de cada uno como personalidad espiritual y, por tanto, la fuente y sede de la vida ética y religiosa. (1)

En resumen, podemos afirmar, con todo fundamento, que para los hebreos, la palabra corazón encerraba en los tiempos bíblicos mucha mayor riqueza que la que tiene hoy día para nosotros. Tal vez por eso, cuando el deuteronomista trata de sintetizar cuál es la relación que Dios desea de cada israelita, no encuentra otra expresión más adecuada que la de una relación de amor

"con todo el corazón" ...

Cuando Jesús usa esta palabra en el Nuevo Testamento, podemos apreciar claramente, por el contexto, la riqueza de su contenido : "Porque de adentro, es decir, del corazón del hombre, es que salen los malos pensamientos..." (Mc 7,21) O todavía con más fuerza: "Aprendan de mí que soy manso y humilde de corazón" (Mt 5. 11). Al invitarnos a fijarnos en su corazón, )no es obvio que nos está queriendo decir algo de mucha importancia acerca de su personalidad misma? Es decir, que por su corazón, precisamente, es que vamos a poder identificarle frente a los demás seres humanos.



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Su Corazón - nos dice - no es como el de los maestros fariseos, porque su "personalidad", su modo de sentir, de comprender y de amar es radicalmente diferente al suyos. Ellos son altaneros, El es humilde. Ellos son duros, El misericordioso, comprensivo. Ellos tienen un corazón que no corresponde al sentir del Corazón del Padre, que es tierno, cariñoso y compasivo para con todas sus criaturas. Por eso, nos dice con firmeza : (Aprendan de Mi", aprendan de mi Corazón!

En el Nuevo Testamento, entonces, la palabra designa al corazón en el que rebosa el Espíritu (Gal. 4,7), al corazón que ha sido "circuncidado" (Rom. 2,29) es decir, ha sido consagrado totalmente al Señor. El distintivo fundamental de estos corazones es su capacidad de "ágape", es decir, de amor generoso y desinteresado. Son corazones limpios (1 Tim 1, 5) a través de una fe que es también "del corazón" (Rom 2, 29).

Este puede que sea el lugar más apropiado para insertar unas observaciones tremendamente incisivas, del P. Hugo Rahner, acerca de lo desacertado que resultan las reservas de algunas personas en cuanto al fundamento que tiene la expresión Corazón de Jesús en las Sagradas

Escrituras :

"El término corazón ha conservado en la liturgia eclesiástica y en la piedad cristiana, según vemos, el mismo sentido pneumático que tiene en las Sagradas Escrituras. En consecuencia, podemos aventurar la afirmación de que, cuanta menos comprensión se tiene de la esencia de esta Devoción al Corazón de Jesús, tanto menos se entiende la palabra de Dios en la Biblia." (2)

Vamos a preguntarnos y a ver ahora qué clase de evidencia encontramos en las Sagradas Escrituras, en cuanto a que Dios haya querido revelarnos o indicarnos algo que sea relevante acerca del corazón humano-divino de su Palabra eterna, Cristo Jesús, nuestro Señor y Redentor.

Comenzamos, naturalmente, con el análisis de varios textos del Antiguo Testamento. Nos limitamos, desde luego, a aquellos, cuya validez como textos mesiánicos es incuestionable, dado que al citarlos como tales el Nuevo Testamento, estamos seguros de que nos refieren con certeza a Jesucristo.

Confiamos en que el método que empleamos - de traer a la consideración directa de los lectores los textos mismos, acompañados de un breve comentario -lo encuentren provechoso, aun aquellos de ustedes que no estén muy familiarizados con la disciplina de los estudios bíblicos.



Nota aclaratoria :

Conviene recordarles a los lectores un principio muy importante para la correcta interpretación (hermenéutica) de un texto bíblico : La inspiración divina de un texto de la Sagrada Escritura no implica que los autores sagrados, al escribir un texto, hayan tenido plena conciencia (sensus plenior), de todo el alcance teológico de lo que escribían. Es decir, que el que nosotros señalemos ahora que tal o cual texto nos hable o nos refiera al Corazón del Redentor, no implica o exige que el autor sagrado haya tenido también noción completa y adecuada de ello.


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Salmo 40, 7,9

"Me hiciste saber que no te agradan víctimas ni ofrendas; no pediste sacrificios para borrar el pecado. Entonces dije : Ahora vengo, conforme está escrito en el Libro". No deseo más que hacer tu voluntad y llevo Tu ley en mi corazón."

Se trata de la plegaria "cuando entra en el mundo" (Heb 10, 5-7) el futuro Mesías. La oración describe con admirable concisión y fuerza el sentir del corazón de Jesús : su absoluta entrega sacrificial a la voluntad del Padre. El corazón humano del Mesías, a quien Dios ha dotado de un cuerpo humano es ahora ese lugar más interior del Templo donde El es la ofrenda sacrificial definitiva que redime al mundo.(3)

Jeremías 30, 21-23

"Su soberano será uno de ellos, pues saldrá de su mismo seno. Le daré audiencia y se acercará a mí; pues, )quién es el que se halla capaz de arriesgar su vida para acercarse a mí?, dice Yahvé. Ustedes serán mi pueblo, yo seré su Dios."

"Miren cómo estalla la tempestad de Yahvé y cómo se desencadena su temporal  y se

descarga sobre la cabeza de los malvados. La cólera de Yahvé no se
apaciguará
hasta que no se haya cumplido y realizado el propósito de su
corazón".

Este no es un texto que oigamos comentar muy a menudo que digamos, quizás porque requiere un análisis exegético que va más allá de lo común. Pero es un texto muy importante, ya que describe en un lenguaje fuerte, austero y solemne, la naturaleza de la entrega del corazón que se le requiere al Mesías para que se realice la obra de la redención.

Uno de los mejores comentarios de este texto se lo debemos también al

P. Hugo Rahner : El "acercarse" que leemos en este texto debemos entenderlo en sentido estrictamente sacerdotal, ya que esta dignidad no se escoge por iniciativa propia, sino que se es llamado a ella (Heb. 5,4)." El "acercarse" implica a la vez entregar la vida y "dar el corazón en prenda" : Jesús dio realmente su corazón en prenda, al acercarse al Padre como sacerdote en su definitiva acción sacrificial. "Por eso le daré en herencia muchedumbres, por haber entregado su alma hasta la muerte." (Is. 53,12). De esta manera expresa también el profeta Isaías basicamente

lo mismo : "La redención se realiza mediante la entrega irrestricta del ser desde el corazón dado en prenda..." (4)

Salmo 22,15

"Yo soy como arroyo que se escurre, todos mis huesos se han descoyuntado. Mi corazón se ha vuelto como cera,

y se derrite en mi interior."

Podemos afirmar que cada palabra de este salmo, verdadera oración de muerte, es mesiánica. El Señor lo rezó, al menos en sus primeros versos, en su agonía: "Dios mío, Dios mío,

)por qué me has abandonado?" (Mt 27, 46).

Muy temprano en la historia de la Iglesia, alrededor del año 150, San Justino comentaba así



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estos versos del Salmo :

"Porque en los "Recuerdos", que yo digo que fueron escritos por los Apóstoles,
se
narra que Este derramó un grueso sudor de sangre, en el momento que
oraba y decía :
"Pase, si es posible este cáliz", pues, evidentemente le temblaban
su corazón y sus huesos,
como si el corazón fuera de cera y se le derritiera en
su interior. Así nos podríamos dar
cuenta nosotros de que el Hijo sufrió todo
esto por nosotros y no fuéramos a imaginarnos
que siendo, como era, el Hijo de
Dios, no le afectaba nada de lo que hacía y de lo que le
pasaba". (5)







No sólo por este comentario, sino que también por otros de carácter muy semejante, San Justino es uno de los primeros escritores cristianos en invitarnos a una lectura sentida de las Sagradas Escrituras que no nos permita nunca permanecer insensibles ante ese Corazón desgarrado de nuestro Redentor.

Unos pocos versos más adelante el salmo se transforma de canto de muerte en canto de liberación: "Los pobres comerán hasta saciarse, alabarán a Dios los que lo buscan; vivan sus corazones para siempre" (Sal 22, 27). El quebranto del corazón del Mesías da lugar al rescate para la vida de un sinnúmero de corazones que buscan a Dios ...

Salmo 69,20

"Las ofensas me han roto el corazón; (estoy sin ánimos y sin fuerzas!

Inutilmente he buscado quien me consuele y compadezca".

)Con qué propósito le dejó saber el Espíritu Santo al autor del salmo la amarga hondura del desconsuelo de Jesús en su pasión? Para provecho espiritual nuestro, es obvio. Para alimento de nuestra agradecida devoción, seguramente.

No dejemos de observar que un poco más adelante, en el verso 32, la palabra profética nos deja ver que el desconsuelo del Corazón del Mesías sufriente habría de ser fecundo: "El corazón de los que buscan a Dios se alegrará."

Salmo 16, 9-11

"Por eso dentro de mí,

mi corazón está lleno de alegría. Todo mi ser vivirá confiadamente, pues no me dejarás en el sepulcro,

(no abandonarás en la fosa a tu amigo fiel! me mostrarás el camino de la vida.

Hay gran alegría en tu presencia, hay dicha eterna junto a ti".

Nada menos que San Pedro mismo es quien nos asegura, en su primer sermón (He 2, 30-31), que estos versos mesiánicos se cumplieron en la Resurrección de Jesús, el Mesías. El salmo todo es como un canto de agradecimiento y de paz que brota del Corazón del Mesías arrebatado a la muerte, y del que comienzan a desbordar gracia y paz. Desde la hondura del dolor de ese



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Corazón que el Padre ha rescatado del abismo es que brotan ahora como torrentes las aguas vivas del Espíritu.

Dos textos en clave de Pascua

"El último día de la Fiesta era el más importante, Aquel día, Jesús puesto en pie, dijo con voz fuerte:
Si alguno tiene sed, que venga a mí y beba el que cree en mí. Pues la Escritura dice : De El saldrán ríos de agua viva."

(Jn 7, 34-37)

Estos versos es posible que estén redactados de manera diferente en la Biblia que tú usas (sin mayúscula en "El" y con otra puntuación). Para unos exégetas, los ríos de agua viva brotarán del interior del creyente; y para otros, del interior de Jesús. En el texto original griego la palabra que se usa es "koilia", que se traduce como entrañas o corazón. Nosotros, desde luego, seguimos la tradición más antigua y la que el Pueblo de Dios y el magisterio de la Iglesia han preferido intuitivamente, que es ésta del texto que lees aquí y que afirma que las fuentes de la salvación brotan del Corazón mismo de Jesús.

Al Pueblo de Dios le debe llamar la atención que la autoridad docente de la Iglesia nos deje en libertad de discernir por nuestra propia cuenta cuál es la versión más adecuada, en casos como éste, tan importantes para nuestra comprensión del Misterio de Cristo. Quizás pueda ayudarnos un poco, a entender la posición de la Iglesia, el recordar que el Señor Jesús mismo tuvo que quejarse con nosotros - camino de Emaús - de lo tan torpes que somos para captar el verdadero sentido de las Escrituras (Lc 24, 25).

Al venir ahora al análisis más en concreto del texto, un primer comentario nos lo facilita la Carta-Encíclica Haurietis Aquas, cuyo primer párrafo en latín proviene del texto de Isaías :

"Sacarán aguas con gozo de las fuentes de la salvación (Is 12,3). Para los redactores del documento papal, la bella imagen empleada por el profeta se convierte en realidad en el Corazón de Jesucristo, la única y verdadera fuente de salvación.

A esta fuente se refieren también las palabras del profeta Zacarías: "En aquel día habrá una fuente siempre corriendo, para que los descendientes de David y los habitantes de Jerusalén se puedan lavar de sus pecados" (Za 13, 1). El contexto mesiánico de sus palabras es claro:

"Llorarán al que traspasaron, como se siente la muerte de un hijo único" (Za 12, 11) . Es obvio que San Juan ve cumplirse en su Evangelio, en el capítulo 19, estos versos y también en el verso 46 del capítulo 12 del Exodo : "no le quebrantarán ningún hueso".

Es posible que estas imágenes de fuentes y aguas vivas, tan naturales y atrayentes, no nos resulten totalmente familiares hoy día, aun siendo cristianos; pero, para el pueblo que escuchó a Jesús, lo fueron necesariamente, ya que tanto entonces, como todavía hoy, el agua es la necesidad más apremiante para la población del territorio de Israel. Por eso, quizás, es que San Pablo, siendo israelita, ve con tanta claridad que Jesús es el nuevo Moisés y aun la roca misma (1 Co 10, 2, 4) de donde brotan las aguas que pueden calmar la sed espiritual del pueblo.

Situémonos de nuevo ahora en el texto clave, por su carácter pascual, y pidámosle al Señor que derrame de nuevo su Espíritu Santo para que alcancemos a comprender, en todo su valor, el testimonio que nos da Juan para que creamos. Observa la importancia y solemnidad - sin paralelo



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en las cuatro redacciones de los Evangelios - con que se expresa :





"Al llegar a Jesús, vieron que ya estaba muerto. Así es que no le quebraron las piernas, sino que uno de los soldados le abrió el costado de una lanzada y al instante salió sangre y agua. El que lo vio lo declara para ayudarles en su fe, y su testimonio es verdadero. El mismo sabe que dice la verdad.

Esto sucedió, para que se cumpliera la escritura que dice: No le quebrantarán ni un solo hueso, y en otra parte dice: Contemplarán al que traspasaron" (Jn 19, 34-37).

La lectura de este texto tendrá que impactarnos siempre a su a los que amamos a Jesucristo y a su Iglesia. Su contenido es de importancia fundamental para la Iglesia.

Uno de los estudios más valiosos y abarcadores acerca de este pasaje lo es el publicado por Mons. Jorge Mejía, con ocasión del Congreso Internacional acerca del Corazón de Jesús, en Toulouse (1981) Francia.(6) Dada la relevancia que tienen tanto el texto mismo como el estudio de Mons. Mejía, hacemos a continuación una breve síntesis de su contenido:

1.-
Ì
Nadie puede responder mejor acerca del origen de la Iglesia que ella misma ...
2.-
Ì
Jesús y la Iglesia son inseparables y no podemos entender los
misterios
fundamentales de la vida de Cristo prescindiendo de su proyección y significado eclesial.

3.- Ì Tanto el pasaje donde Jesús le entrega su madre a Juan (Jn 19, 25-27) , como el de la lanzada que atraviesa su costado (Jn 19, 31-37), sólo alcanzan su pleno sentido cuando los leemos desde la perspectiva eclesial expresa con que Juan los vivió y redactó.

Teniendo todo esto presente, Mons. Mejía nos señala que la exégesis más segura y católica de este texto de Jn 19, 34-37 nos proporciona estos datos fundamentales :

La Iglesia nace del costado de Cristo durmiente en la Cruz.

a.  Ì Obsérvese, en primer lugar, que el evangelista desea que quede muy claro que se


propone  dar  fe  de  un  hecho  que  para  él  es

absolutamente histórico, aunque tenga un significado

sacramental que   va más allá del hecho sensible

mismo del que él es testigo veraz. Le interesa, eso

sí, que no nos limitemos a comprobar los hechos,

sino
que demos el siguiente paso, desde la fe

(verso 35b), a la comprensión  del "misterio" al que

nos refieren esa "agua" y "sangre" que brotan del

Costado del Redentor.

b)  Ì
Al menos en cuanto al "agua" el consenso de la exégesis, tanto

católica como protestante, es prácticamente unánime : Se trata del
bautismo, y a la
vez, del Espíritu Santo.


c)  Ì
En cuanto al significado de la "sangre", aunque el consenso no
es tan



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universal, la mayor parte de los teólogos católicos -
particularmente a partir de
Santo Tomás de Aquino- sostiene que "la
sangre que brotó (del Costado de Cristo) es
propia del sacramento de la

eucaristía, y el agua, del bautismo, ya que su fuerza
regeneradora procede de la
sangre de Cristo."(7)



d)
Ì
Revisten particular interés - para nuestra comprensión del

significado
del Costado traspasado del Señor - los comentarios acerca
del sentido que debemos dar a
la túnica sin costuras de Jesús, la cual

se reparten los soldados. La túnica indivisa es
para él la Iglesia unida,
indivisiblemente, a Cristo.



e)  Ì

Entre los estudios exegéticos recientes, en relación con este texto
del
Evangelio de Juan, merecen particular atención los de A. Fueuillet
y Raymond Brown.
Ambos prestigiosos escrituristas nos señalan la
importancia del fuerte contexto eclesial
de los párrafos precedentes del
evangelio de Juan en los que Jesús le entrega a Juan su
Madre (Jn 19,
23-27).





f)
Ì
Aunque el tema de la relación Esposo-Esposa entre Cristo y la
Iglesia es más



típico de Pablo que de Juan, a este último no le resulta   ajeno en



lo absoluto.   De ahí la base que tuvieron los Padres de la



Iglesia para establecer un paralelismo entre el nacimiento de la



Iglesia,
cual nueva Eva, del costado de Cristo, el nuevo Adán



"durmiente" en
la Cruz.




Tiene particular interés a ese respecto el que la palabra griega que escoge Juan para designar el costado de Cristo sea la misma exactamente (pleura) que emplea el autor del Génesis (2, 23) para referirse al costado de Adán.

En la segunda parte del trabajo, Mons. Mejía nos ofrece el análisis de una serie de textos del magisterio de la Iglesia en los cuales ésta reconoce haber nacido del Costado herido de Cristo. Más adelante, en el Manual, nos referiremos a ellos. Cerremos por el momento este breve resumen con ese párrafo final tan acertado de Mons. Mejía :

"Definitivamente, la Iglesia nunca consigue ser ella misma con más éxito que cuando se identifica con ese Corazón (es decir, amor), del cual nació." (8)

Más allá del corazón

Una vez que ya tenemos alguna noción básica del hecho de que el Señor ha querido atraer nuestra atención a su Corazón herido, nos resulta más fácil darnos cuenta de que tenemos que responder a su Amor. Volvemos a decirlo, el objeto último de la devoción al Corazón de Jesús es el Amor de Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo. Por eso, ahora debemos dar un paso más allá del corazón como símbolo para plantearnos el Amor mismo de la Trinidad que, presente en el Corazón del Verbo sustenta y da eficacia al símbolo con que nos cautiva e impacta.

Ahora bien, )por dónde empezar, si casi no hay una sola página en la Biblia que no nos hable del amor de Dios? )Cómo evitar el generalizar cuando el tema es tan inabarcable?




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Si nosotros pudiéramos trasladarnos en el tiempo, para volver atrás y preguntarle a un piadoso hebreo cualquiera o a varios, cuáles son las dos palabras, los dos sustantivos que expresan mejor la relación que Dios tiene con ellos, con su Pueblo, la respuesta les resultaría muy fácil : "hesed" y "emeth". Es decir, la bondadosa y comprometida lealtad de Dios (hesed) y su gran misericordia (emeth).

Si esto es así, -y cualquiera que haya estudiado con un mínimo de seriedad las Sagradas Escrituras sabe que así es- es natural que perdamos un poco la paciencia con tanta gente que sigue repitiendo, como una cotorra, la consabida letanía del "Dios terrible y lejano" del Antiguo Testamento.

La vehemencia y ternura del amor de Yahvé desborda cada una de las historias y las páginas de los caminos de salvación. Dios es el gran amigo de Abraham y Moisés, y la cláusula más importante del Pacto entre El y su Pueblo es "que le amen con todo el corazón, con toda el alma y todas las fuerzas" (Dt. 6, 5), porque así es que les ama su Dios. "Como tierna madre (Is. 49, 14-15), que no puede dejar de amarles nunca" por más que le traicionen, continuamente, como esposa

infiel ...

Pocas piezas líricas logran expresar como El Cantar de los Cantares la audacia del amor de Dios, fuente y raíz de todo verdadero amor humano. La atrevida sensualidad de las imágenes que emplea el autor sagrado, solamente debe chocarles a aquellos que se imaginen el amor de Dios como algo abstruso, gris o inconsecuente. ( Bien sabe Dios que no es así! : "(El fuego ardiente del amor es una llama divina! El agua de todos los mares no podrá apagar el amor; tampoco podrían extinguirlo los ríos." (Cant 8, 6-7).

Amor desinteresado

¿Qué quiso decirnos San Juan al afirmar que Dios es amor? (1 Jn. 4, 16). Hemos oído y leído muchas veces que la palabra que él usa en esta ocasión es la palabra griega "ágape". También nos han explicado muchas veces, que "ágape" se contrapone a "eros", etc. Muchos, sin embargo, no acabamos de convencernos de que sea posible querer con este tipo de amor tan desinteresado... Algunos, al menos, somos lo suficientemente sinceros como para reconocer que, dado lo egoístas que somos, nos resulta prácticamente imposible amar desinteresadamente.

San Pablo lo reconoce también: Encontrar a alguien que esté dispuesto a dar la vida por una persona buena es muy difícil; y, encontrar a quien esté dispuesto a morir por salvar a un enemigo, es todavía más difícil. De hecho, es casi irreal. Pero, esa precisamente es la prueba del "ágape", es decir, del amor

tan desinteresado con que Dios ha amado en Jesucristo : Que El dio su vida por nosotros, cuando todavía éramos sus enemigos por el pecado (Rom 5, 6).

(Ah, dice San Pablo, cuánto deseo que ustedes se den cuenta de cual es la anchura, el largo, la altura y la profundidad del amor de Cristo! Excede la capacidad de nuestro conocimiento humano (Ef 3, 18-19).

Pero, que nada ni nadie les impida, añadiría Pablo, agradecer, alabar y predicar su amor con el ardor y entusiasmo con que lo hago yo. No es sino muy acertadamente que San Juan Crisóstomo se atrevió a decir : "Cor Pauli - Cor Christi", en castellano : "El corazón de Pablo es el



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corazón de Cristo..." (9)

"Dios sabe - les decía San Pablo a sus queridos filipenses - cuánto los añoro a todos, en el tierno amor de Jesucristo..." (Fil 1,8) En el texto original, la palabra griega "splanchna" puede traducirse por entrañas y también por corazón ; pero obviamente, esta hermosa traducción "en el tierno amor de Jesucristo" responde muy bien al sentir de Pablo y al sentir de los que con Pablo nos declaramos "impactados por el cariño tan grande de Jesucristo".

Verdaderamente humano

Podremos decir con facilidad que el Corazón de Jesús es divino y humano a la vez, pero comprender correctamente lo que eso implica no es tan fácil, y buena prueba de ello son las mil y una herejías en que hemos caído continuamente al no lograrlo.

Hasta Nuestra Señora misma tuvo sus dificultades para comprender ese corazón humano-divino de su Hijo. Sabemos, por ejemplo, que cuando Jesús ya había cumplido doce años subió con ella y con San José a Jerusalén para celebrar la Fiesta de Pascua (Lc 2, 41-52). Sabemos, también, que a la hora de regresar Jesús decidió quedarse en el Templo sin avisarles. Cuando por fin lo encontraron, después de buscarlo afanosamente por lo menos un día entero, María no dudó que debía darle su buen regaño. La respuesta de Jesús a su Madre, tan querida, todavía hoy día no logramos comprenderla del todo; particularmente aquellas de ustedes que son madres ... Pero, si miramos bien la respuesta del Señor a la Virgen y también a San José, debiéramos darnos cuenta de que les recompensa más que sobradamente por el disgusto que les ha causado, ya que les enseña la primera gran lección acerca de su Corazón Redentor : "(Mi Padre y su voluntad lo son todo para mí...! Debes comprenderlo, Madre; debes comprenderlo, José ..."

Sí, esa es la primera gran lección que nos enseña el Corazón de Jesús, por medio de María y de José : Su amor total al Padre.

La segunda gran lección acerca del Corazón de Cristo nos la enseña ya María misma. En Caná de Galilea se están casando dos jóvenes bastante pobres que, con esa generosidad tan característica de los humildes, han invitado a la comarca entera a su fiesta. El vino se les ha acabado muy temprano y, ya saben ustedes, la vergüenza tan grande que van a pasar. Pero Nuestra Señora se ha percatado de lo que pasa y, toda conmovida, acude a Jesús para que haga algo; a lo que El, cariñosamente, le protesta : "Mujer, )cómo se te ocurre? Todavía no ha llegado mi Hora..." (Jn 2, 4). Aquí hubiera concluido esta historia, o mejor dicho, aquí hubiera abortado, pues, de haberse negado totalmente Jesús a hacer algo, lo más seguro es que Juan no nos la hubiera contado. Pero, el corazón de María, intuyendo en el Espíritu Santo la infinita ternura y compasión del Corazón del Padre y del Hijo para con los pobres, hizo que su ruego adelantara la Hora de saciar la sed y colmar la alegría y la esperanza, no sólo de los pobres de Caná de Galilea, sino de todos los pobres de este mundo.

Esa es la segunda gran lección acerca del Corazón de Jesús : Los pobres y María lo consiguen todo de El.

¡Qué interesante y qué importante es leer los evangelios, atentos a los sentimientos del Corazón de Jesús! Importante, porque así es que se escribieron los evangelios bajo la inspiración del Espíritu Santo. Cuando Lucas nos deja saber que Jesús se emocionó mucho ante el dolor de aquella viuda de Naím (Lc 7, 11-17) que llevaba a enterrar a su único hijo; o cuando nos entera de



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lo que El lloró, conmovido, el corazón ante aquella multitud hambrienta y desamparada que lo "seguía" (Lc 15, 32-38). )Por qué y para qué se fijan ellos en detalles tan marcadamente personales?

La respuesta es obvia : Desean que nosotros podamos conocer íntegramente al Jesús que conocieron los apóstoles y cuya personalidad, tan atractiva y sensible, les impactó tanto.

Basten, por el momento, estas breves páginas como introducción al Corazón de Jesucristo, tal como nos lo muestran las Sagradas Escrituras. Toca en adelante, a cada cual, el adentrarse en ellas, guiado por el Espíritu Santo que, desde su Corazón, fecunda a la Iglesia. La mesa está servida, deja ahora que tu corazón le responda al Corazón de Cristo que continúa invitándote :



"Mira que estoy a la puerta y llamo: si alguien escucha mi voz y me abre, entraré a su casa a comer.

Yo con él y él conmigo." (Ap 3,20)



El Espíritu y la Esposa dicen : "Ven". Que el que escucha diga también : "Ven". El que tenga sed y quiera,
que se acerque y reciba gratis

el agua de la Vida." (Ap. 22, 17-18)






Notas:

1- Cita tomada de Cor Salvatoris, Josef Stierli, editor, Herder, Barcelona, 1958, p. 56. 2- Ibid, p. 59. (Hemos abreviado la cita para su mejor comprensión.)

3- Ibid, p. 64.

4- Ibid., pp. 65-66.

5- San Justino, Padres Apologistas Griegos, Diálogo con Trifón, B.A.C., Madrid, 1954, p. 485.

6- Towards a Civilization of Love, A Symposium on the Scriptural and Theological Foundations, of the Devotion to the Heart of Jesus, Ignatius Press, San Francisco, 1985, pp. 101-145.

7- Tomás de Aquino, Summa Theologica, III, q. 66, Ed. Leon., 1906, tom. 12, p. 65. 8- Towards a Civilization of Love, p. 128.

9- San Juan Crisóstomo, Homilía 23, 3, de la Carta a los Romanos, P.G. LX, P. 680.



"Nihil amori Christi praeponere"




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