EL MEMORANDUM DE DIOS
Para ti, de DIOS
Acepta el
consejo.
Escucho tu
lamento.
Este
atraviesa la oscuridad, se filtra a través de las nubes, se mezcla con la luz
de las estrellas y se abre camino hasta mi corazón siguiendo la trayectoria de
un rayo de sol.
Me
he angustiado al escuchar el lamento de una liebre asfixiándose en el lazo de
una trampa del cazador, por el gorrión que ha caído del nido de su madre, por
un niño que se debate impotente en un estanque, y por un hijo que vierte su
sangre clavado en una cruz.
Sabe que
también te escucho a ti. Está en paz, está tranquilo.
Te traigo
alivio para tu pena, porque conozco su causa... y también su cura.
Lloras
por todos los sueños de tu infancia, que se han desvanecido con el transcurso
de los años.
Lloras por
todo eso potencial que tienes y que has trocado por la seguridad.
Lloras por
toda tu individualidad que ha sido
pisoteada por las multitudes.
Lloras
por todo tu talento que se ha desperdiciado por el mal uso que has hecho de él.
Te
consideras a ti mismo con vergüenza y te apartas aterrado de la imagen que ves
reflejada en el estanque. ¿Quién es ese remedo de humanidad que te devuelve la
mirada con los insensibles ojos de la vergüenza?.
¿En
dónde ha quedado la gracia de tus modales, la belleza de tu figura, la agilidad
de tus movimientos, lo talentoso de tu conversación? ¿Quién te despojó de tus
bienes? ¿Conoces la identidad del ladrón, como lo conozco yo?
Uno
vez colocaste tu cabeza sobre una almohada de césped en el campo de tu padre y
alzaste la mirada hasta una catedral de nubes y entonces supiste que con el
tiempo todo el oro de Babilonia sería tuyo.
Alguna
vez leíste incontables libros y escribiste en muchas tablillas, convencido más
allá de toda duda de que llegarías a igualar, e incluso a superar, toda la
sabiduría de Salomón.
Y las estaciones seguirían fluyendo hasta
desembocar en años y he aquí que reinarías como soberano supremo en tu propio
jardín del Edén.
¿Acaso no recuerdas quién
implantó en tu ser todos esos planes y sueños y esas semillas de esperanza?
No puedes
recordarlo.
¿No tienes el menor recuerdo
del momento en que emergiste del vientre de tu madre y yo coloqué mi mano sobre
tu suave frente, ni del secreto que murmuré en tu pequeño oído cuando té
concedí todas mis bendiciones?
¿Recuerdas
nuestro secreto?
No puedes
recordarlo.
El paso de los años ha destruido
tus remembranzas, ya que ha saturado tu mente de temores, dudas, ansiedades,
remordimientos y odio y ya no queda lugar para los recuerdos agradables en un
sitio en donde moran todas esas bestias.
Ya no llores más. Estoy
contigo... y este momento marca la línea divisoria de tu vida. Todo eso que ha
sucedido antes no es sino algo muy semejante a todo ese tiempo en que dormiste
en el seno de tu madre. Lo pasado está muerto. Deja que los muertos sepulten a
los muertos.
Este día
regresas de entre los que están muertos en Vida.
Este día, igual que Elíseo
con el hijo de la viuda, me extiendo tres veces por encima de ti y vuelves a
vivir.
Este
día, lo mismo que Elías con el hijo de la sunamita, uno mis labios a los tuyos
y mis ojos a los tuyos y pongo mis manos sobre las tuyos y tus carnes vuelven a
recobrar el calor.
Este día, lo mismo que Jesús
frente a la tumba de Lázaro, te ordeno que te levantes y abandones la sepultura
de tu ruina a fin de que inicies una nueva vida.
Este es el día en que naces.
Es tu nueva fecha de nacimiento. La primera parte de tu vida, como sucede en
una obra de teatro, solamente fue un ensayo. Esta vez se ha alzado el telón. En
esta ocasión el mundo observa y espera para aplaudirte. Esta vez no tallarás.
Enciende tus velas. Compone
tu pastel. Escancia el vino. Has vuelto a nacer.
Como
una mariposa que rompe su crisálida, podrás volar ... vuela tan alto como lo
desees y ni las avispas ni las libélulas, ni las mantis de la humanidad serán
un obstáculo para tu misión o para tu búsqueda en pos de las
Atiende a
mi sabiduría.
Deja que comparta contigo,
una vez más el secreto que escuchaste en el momento de tu nacimiento y del cual
te has olvidado.
Tú eres mi
milagro más grande.
Tú eres el
milagro más grande del mundo
Esas fueron las primeras
palabras que escuchaste. Después lloraste. Todos lloran.
En
ese momento no me creíste . . . y durante todos estos años pasados no ha
sucedido algo que enmiende tu incredulidad. Pues ¿cómo podrías ser un milagro
cuando te consideras un fracaso en la más humilde de las tareas ¿Cómo puedes
ser un milagro cuando tienes tan poco confianza para enfrentarte a la más
trivial de las responsabilidades? ¿Cómo puedes ser un milagro cuando te sientes
encadenado por las deudas y permaneces despierto, atormentado al pensar de
dónde vendrá el pan del día de mañana?
Ya basta. La leche que se
derrama es agria. Sin embargo, ¿cuántos profetas, cuántos hombres sabios,
cuántos poetas, cuántos artistas, cuántos compositores, cuántos científicos,
cuántos filósofos y mensajeros he enviado con la palabra de tu divinidad, de tu
potencial para alcanzar la sanidad y para hablarte de los secretos del logro?
¿Cómo los trataste?
Pero
a pesar de todo te sigo amando y en estos momentos estoy contigo a través de
estas palabras, para cumplir con las palabras del profeta que anunció que el
Señor volverá o posar su mano, por segunda vez, para recuperar los remanentes
de su pueblo.
He vuelto
o pasar mi mano.
Esta es la
segunda vez.
Tú eres ni
remanente.
Seria en vano preguntar,
¿acaso no lo has sabido, no lo has escuchado, no se te dijo desde el principio,
no lo has comprendido desde los fundamentos de la Tierra?.
No lo has
sabido; no lo has escuchada; no lo has
comprendido.
Se
te ha dicho que eres una divinidad disfrazada, un dios haciendo el papel de un
tonto.
Se te ha dicho que eres una
obra especial, noble en su razón, infinita en sus facultades, precisa y
admirable en su forma y movimiento, como un ángel en acción, como un dios en
cautiverio.
Se te ha
dicho que eres la sal de la Tierra.
Te fue concedido incluso el
secreto de mover las montañas, de realizar lo imposible.
Pero
no le creíste a nadie. Quemaste el mapa que te conduciría a la felicidad,
abandonaste tu derecho a la paz mental, apagaste de un soplo las velas que se
habían colocado a lo largo del sendero a la gloria que se te había destinado y
después tropezaste, perdido y atemorizado, en medio de la oscuridad de la
utilidad y la autocompasión, hasta que al fin caíste en un infierno de tu
propia creación.
Entonces lloraste y te diste
golpes en el pecho, maldiciendo la suene que te había correspondido. Te
rehusaste a aceptar las consecuencias de tus propios pensamientos mezquinos y
de tus acciones indolentes y buscaste un chivo expiatorio a quien culpar de tu
fracaso. Qué pronto lo encontraste.
¡Me
culpaste a mí!
Te lamentaste diciendo que
tus impedimentos, tu mediocridad, tu falta de oportunidades, tus fracasos . . .
¡eran la voluntad de Dios!
¡Estabas
equivocado!
Hagamos un inventario. En
primer lugar, vamos a hacer una lista de tus desventajas. Porque, ¿cómo puedo
pedirte que construyas una nueva vida sino dispones de las herramientas
necesarias?
¿Estás
ciego? ¿Acaso el sol sale y se pone sin que tú seas testigo de ello?.
No
puedes ver.. . y los cien millones de receptores que he instalado en tus ojos
te permiten disfrutar de la magia de una hoja, de un copo de nieve, de un
estanque, de un águila, de un niño, de una nube, de una estrella, de una rosa,
de un arco iris. . . y de una mirada de amor. Anota una bendición.
¿Estás
sordo? ¿Puede un bebé llorar o reír sin atraer tu atención?
No puedes oír... y los
veinticuatro mil filamentos que he construido en coda uno de tus oídos vibran
con el viento que sopla entre los árboles, con las alas que azotan contra las
rocas, con la majestuosidad de una opera, con la súplica de un petirrojo, con
las risas de los niños mientras juegan...y con las palabras "Te amo'.
Anota otra bendición.
¿Estás
mudo? ¿Acaso tus labios se mueven y sólo producen saliva?
No puedes hablar . . . como
no puede hacerlo ninguna otra de mis criaturas, y tus palabras pueden calmar al
colérico, animar al desesperanzado, estimular al cobarde, alentar al
desdichado, brindarle amistad al solitario, alabar al prócer, darle animo al
vencido, enseñar al ignorante. . . y decir te amo. Anota otra bendición.
¿Estás
paralítico? ¿Tu desvalida forma es un
despojo de la tierra?
No puedes moverle. No eres
un árbol condenado a permanecer en una pequeña parcela de tierra, mientras el
viento y el mundo abusan de ti. Puedes estirar tus miembros y corre, bailar, y
trabajar, ya que en tu interior he diseñado quinientos músculos. Doscientos
huesos y once kilómetros de fibras nerviosas, todo ello sincronizado por mí
para obedecer tus mandatos. Anota otra bendición.
¿No amas
ni eres amado? ¿Te sientes hundido en la soledad, noche y día?
No. Ya no. Puesto que ahora ya conoces el
secreto del amor, que para recibir amor debes darlo sin la esperanza de que sea
retribuido. Amor por obligación, por satisfacción o por orgullo no es amar. El
amor es un don por el cual no se exige nada a cambio. Ahora ya sabes que el
amor sin egoísmo encuentra en si su propia recompenso. E incluso en el caso de
que el amor no sea correspondido no se pierde, puesto que ese amor que no te ha
sido devuelto volverá a fluir hacia ti, suavizando y purificando tu corazón.
Anota otra bendición. Y anótala como si fuese doble.
¿Está afectado tu corazón?
¿Sientes que se te escapa y se agota para mantenerte con vida?
No.
Tu corazón es fuerte. Lleva tu mano al pecho y siente su ritmo, latiendo una
hora tras otra, día y noche, treinta y seis millones de latidos cada año, un
año tras otro, dormido o despierto, bombeando tu sangre a lo largo de más de
noventa y seis mil kilómetros de venas, arterias y tuberías, bombeando más de
dos millones doscientos setenta mil litros de sangre cada año. El hombre jamás
ha creado una máquina semejante. Anota otra bendición.
¿Padeces alguna enfermedad
de la piel? ¿Acaso las personas se dan vuelta horrorizadas cuando te acercas a
ellas?
No.
Tu piel está sana y es una maravilla de la creación, que sólo necesita que
cuides de ella con agua y jabón, un cepillo y amor. Con el tiempo, todos los
aceros se deslustran y se enmohecen, pero no tu piel. A la larga, el más
resistente de los metales se desgasta con el uso, pero eso no sucede con esa
capa que he construido a tu alrededor. Constantemente se renueva a sí misma y
nuevas células reemplazan a las viejas, así como tu antiguo yo ahora se está
viendo reemplazado por el nuevo. Anota otra bendición.
¿Están contaminados tus
pulmones? ¿EI aliento de la vida lucha por entrar a tu cuerpo?
No.
Tus portañolas que se abren a la vida te sostienen incluso en el más repugnante
de los ambientes de tu propia creación, y siempre trabajan para filtrar el
oxígeno vivificante a través de seiscientos millones de cavidades formados por
los pliegues de tu carne, al mismo tiempo que liberan a tu organismo de los
desperdicios gaseosos. Anota otra bendición.
¿Está
envenenada tu sangre? ¿Está diluida con agua y pus?
No.
Dentro de tus cinco litros de sangre hay veintidós billones de células
sanguíneas y dentro de cada molécula hay un átomo que oscila a más de diez
millones de veces cada segundo. Cada segundo mueren dos millones de tus células
sanguíneas para ser reemplazadas por otros dos millones mas en una resurrección
que no se ha visto interrumpida desde el momento de tu nacimiento. Anota otra
bendición.
¿Eres
débil mental? ¿Ya no puedes pensar por
ti mismo?
No. Tu cerebro es la
estructura más compleja de todo el universo. Lo sé. En sus mil trescientos
gramos de peso hay quince millones de células, una cifra tres veces mayor que
el número de personas que habitan sobre la faz de tu planeta. Para ayudarte a
archivar cada percepción, cada sonido, cada sabor, cada olor, cada acción que
has experimentado desde el día de tu nacimiento, he implantado en el interior
de tus células más de mil trillones de moléculas proteicas. Cada uno de los
incidentes de tu vida se encuentra almacenado, allí, en espera sólo de tu
recordación. Y para auxiliar a tu cerebro el control de tu cuerpo he dispersado
por todo tu organismo cuatro millones de estructuras sensibles al dolor,
quinientos mil detectores de temperatura. Ninguna nación tiene sus reservas de
oro mejor protegidas de lo que estás tú.
Ninguna de
sus antiguas maravillas es más grandiosa que tu.
Tú eres mi
mejor creación.
Dentro
de tu ser existe la suficiente energía atómica para destruir cualquiera de las
ciudades más grandes del mundo... y para reconstruirla.
¿Eres
pobre? ¿No tienes oro ni plata en tus bolsillos?
No.
¡Eres rico! Juntos acabamos de hacer un inventario de tus riquezas. Estudia
bien la lista. Vuelve a cortarlas. ¡Cuenta tus bienes!
¿Por
qué te has traicionado? ¿Por qué te has lamentado diciendo que fuiste despojado
de todas las bendiciones de la humanidad? ¿Por qué te engañaste pensando que
eras impotente para cambiar de vida? ¿Acaso careces de talento, sentidos,
habilidades, placeres, instintos, sensaciones y orgullo? ¿Has perdido toda
esperanza?
¿Por
qué te arrastras entre las sombras como un gigante derrotado en espera sólo de
un compasivo transporte hacia el bienvenido vacío y la humedad del infierno?.
Tienes
tantas cosas. Tus bendiciones se desbordan de tu copa... y tú te has mostrado
negligente con ellos, como un niño mimado en medio de los lujos, puesto que yo
te las he conferido con generosidad y con regularidad.
Respóndeme.
Respóndete
a ti mismo.
¿Qué
hombre opulento, anciano y enfermo, débil e impotente, no cambiaría todo el oro
que hay en sus bóvedas por todas las bendiciones que tú has tratado tan a la
ligera?
Aprende
entonces a conocer el primer secreto para alcanzar la felicidad y el éxito que
tú posees incluso en este momento, todas las bendiciones necesarias para
obtener una inmensa gloria, son tu tesoro, tus herramientas con las cuales
construir, a partir del día de hoy, los cimientos para una vida nueva y mejor.
Por
tanto, haz como te digo, cuenta tus bendiciones y sabe que ya eres mi máxima
creación. Esta es la primera le y a la cual debes obedecer a fin de realizar el
milagro más grande del mundo el regreso de tu humanidad desde la muerte en
vida.
Y
muéstrate agradecido por las lecciones que has aprendido en medio de la
pobreza. Ya que no es pobre el que tiene poco; sólo lo es aquel que desea
mucho. . . y la verdadera seguridad radica no en las cosas que un individuo
posee, sino en las casas de los cuáles pueden prescindir.
¿En
dónde están las desventajas que ocasionaron tu fracaso? ¿Sólo existían en tu
mente?
Cuenta tus
bendiciones.
Y
la segunda ley es muy semejante a la primera. Proclama tu naturaleza
excepcional, tu individualidad.
Te
habías condenado a una fosa común y allí yacías, incapaz de perdonar tu propio
fracaso, destruyéndote con el odio hacia ti mismo, con autoincriminaciones y
repugnancia entre los crímenes que cometiste en contra de ti mismo y de los
demás.
¿Acaso no
te sientes perplejo?.
¿No
te preguntas por que Yo puedo perdonar tus fracasos, tus transgresiones, tu
despreciable conducta. . . cuando tú no eres capaz de perdonarte a ti mismo?
Ahora
me dirijo a ti por tres razones. Me necesitas. No eres un individuo entre una
muchedumbre que se encamina hacia la destrucción en medio de una grisácea masa
de mediocridad. Y eres algo excepcional y maravilloso.
Examina
una pintura de Rembrandt, un bronce de Degas, un violín hecho por Stradivarius
o una obra de Shakespeare. Tienen un gran valor por dos razones: sus creadores
fueron maestros y su número es muy reducido. Sin embargo, hay más de uno en
cada una de esas romas.
Si
nos basamos en este razonamiento, tú eres el tesoro más valioso sobre la faz de
la tierra, puesto que sobes quién fue tu creador y también sabes que sólo hay
un ser como tú.
Jamás,
entre los setenta mil millones de seres humanos que han caminado sobre este
planeta desde el inicio de los tiempos ha habido alguien que sea exactamente
Igual a ti.
Nunca
hasta el final de los tiempos existirá otro ser humano igual a ti.
No has
demostrado que conoces o aprecias tu singularidad.
Y sin
embargo, eres el ser más raro y singular en todo el mundo.
Desde
tu padre, en su momento de supremo amor, fluyeron incontables semillas de amor,
cuyo número sumó más de cuatrocientos millones. Todas ellas, mientras nadaban
en el seno de tu madre, entregaron el alma y murieron, ¡Todas, excepto una! Tú.
Solamente
tú perseveraste en el amoroso calor del cuerpo de tu madre, en busca de tu otra
mitad, una sola célula de tu madre tan pequeña que se necesitarían más de dos
millones de ellas para llenar la cáscara de una bellota.
No
obstante, a pesar de las imposibles probabilidades, en ese vasto océano de
oscuridad y desastre, tú perseveraste y logrando encontrar esa infinitesimal
célula, te uniste a ella para iniciar una nuevo vida. Tu vida.
Llegaste
trayendo contigo, corno lo hace cada niño, el mensaje de que aún no me he
decepcionado del hombre. Dos células unidas ahora en un milagro. Dos células,
cada una de ellas conteniendo veintitrés cromosomas y dentro de cada cromosoma
cientos de genes, los cuales controlarían cada una de tus características,
desde el color de tus ojos hasta el encanto de tus modales y el tamaño de tu
cerebro.
Teniendo
bajo mi mano todas esas combinaciones, empezando con ese único espermatozoide
entre los cuatro millones de tu padre, gracias a los cientos de genes en cada
uno de los cromosomas de tu madre y de tu padre podría haber creado trescientos
mil millones de seres humanos, cada uno de ellos diferentes de los demás.
Pero,
¿Quién fue el ser creado por mí?
¡Tú!
Unico en su clase. El más excepcional entre los más excepcionales. Un tesoro
inapreciable, poseedor de cualidades mentales y de lenguaje, de movimiento y de
apariencia y capaz de acciones como ningún otro ser que haya vivido, viva o
vivirá.
¿Por
qué te has valorado en centavos cuando eres digno del rescate de un rey'?.
¿Por
qué escuchaste a todos aquellos que te menospreciaron. . . y lo que es aun peor
por qué les creíste?
Acepta
el consejo. Ya no ocultes tu singularidad en la oscuridad. Haz que te salga a
relucir muéstrasela al mundo. No te esfuerces por caminar como camina tu
hermano, ni en hablar como habla tu líder, ni en trabajar como lo hace al
mediocre. Jamás hagas lo que hacen los demás. Nunca imites.
Porque
como podrás saber que no estas imitando el mal; y aquel que imita el mal
siempre va más allá del ejemplo que le han dado mientras que a quien imita el
bien, siempre se queda corto. No imites a nadie. Sé tú mismo. Demuéstrale al
mundo tu singularidad y todos te cubran de oro. Esta es entonces, la segunda
ley.
Proclama
tu singularidad.
Y ahora ya
has recibido dos leyes.
¿Cuenta
tus bendiciones? ¿Proclama tu singularidad?
No tienes
ninguna desventaja. No eses un ser mediocre.
Asientes.
Luces una sonrisa forzada. Reconoces que te has engañado a ti mismo.
¿Y qué me
dices de tu siguiente queja?
¡La
oportunidad jamás sale a tu encuentro!
Acepta
el consejo y te saldrá al paso, ya que ahora te ofrezco la ley del éxito en
toda empresa. Hace muchos siglos se les dio esta ley a tus antepasados, desde
la cima de una montaña. Algunos acataron la ley y he aquí su vida se vio
colmado con el fruto de la felicidad, el logro, el oro y la paz mental. La mayoría
no escuchó, pues buscaba medio mágicos, senderos tortuosos o esperaba que el
dominio llamado suerte les hiciera entrega de toda la riqueza de la vida.
Todos
ellos esperaron en vano. . . así como tu esperaste, y después se lamentaron, lo
mismo que tú te lamentaste, culpando de tu falta de suerte a mi voluntad.
La
ley es muy sencilla. Jóvenes o ancianos, mendigos o reyes, blancos o negros,
hombres o mujeres. . . todos pueden emplear este secreto en beneficio propio;
ya que de todas las reglas, de todos los discursos y escritores que versan
sobre el éxito y las formas de alcanzarlo, sólo hay un método que jamás ha
fallado. . . a quién quiera que te exija que lo acompañes un kilómetro. . .
acompáñalo dos.
Esta
es, entonces la tercera ley. . . el secreto que te producirá riquezas y hará
que sea aclamado más allá de todos tus sueños. ¿Sigue adelante otro kilómetro?
El
único medio seguro para alcanzar el éxito es prestar más y mejores servicios de
los que se esperan de ti, sin importar cuales puedan ser las tareas. Es un
hábito que han seguido todas las personas que han tenido éxito desde inicios de
los tiempos. Por tanto te digo que el camino más seguro para condenarte a la
mediocridad es desempeñar aquellas tareas por las cuáles te pagan.
No
pienses que estafan si rindes más de las amonedas de plata que recibes. Ya que
en la vida hay un péndulo para todo y el sudor de tu frente, sino se vio
recompensado el día de hoy, lo será el día de mañana multiplicado diez veces.
El mediocre nunca camina otro kilómetro ya que piensa que por qué habría de
estafarse así mismo.
Pero
tú no eres ese mediocre. Caminar un kilómetro más es un privilegio del cuál
debes apropiarte por iniciativa propia. No puedes, no debes evitarlo.
Despreocúpate, has sólo tan poco como los demás y la responsabilidad de tu
fracaso será únicamente tuya.
No puedes prestar un
servicio sin recibir la justa recompensa, como tampoco puedes evitar prestarlos
sin sufrir la pérdida de la recompensa. Causa y efecto, medio y fines, semilla
y fruto, son cosas que no se pueden separar.
El
efecto ya florece en la causa, el fin preexiste en el medio y el fruto siempre
está en la semilla.
Sigue
adelante otro kilómetro.
No te
preocupes si sirves a un amo ingrato.
Sírvelo aún más.
Y
en ves de él permite que yo sea tu deudor, ya que entonces sabrás que cada
minuto, cada esfuerzo de un servicio adicional te será pagado con creces. Y no
te preocupes en cada caso de que tu recompensa no llegue pronto. Ya que entre
más tiempo te sea retenido el pago, tanto mejor para ti.
. . puesto que el mayor
beneficio de la ley son los intereses compuestos sobre los intereses
compuestos.
No puedes exigir el éxito,
solo puedes merecerlo. . . y ahora el maravilloso secreto que es necesario para
merecer su singular recompensa.
¡Camina
otro kilómetro!
¿En donde está ese campo
desde donde una vez clamaste que no había la menor oportunidad? ¡Mira! Mira a
tu alrededor. Observa en donde apenas ayer te revolcabas en los desechos de la
autocompación, ahora caminas erguido sobre una alfombra de oro. Nada ha
cambiado. . . excepto tú, pero tú lo eres todo.
Tú eres mi
milagro más grande.
Tú eres el
milagro más grande del mundo.
Y ahora
las leyes de la felicidad y el éxito son tres.
¡Cuenta
tus bendiciones! ¡Proclama tu singularidad! ¡Camina otro kilómetro!.
Muéstrate paciente con tu
progreso. Contar tus bendiciones con gratitud, proclamar con orgullo tu
singularidad, avanzar un kilómetro adicional y después otro, son actos que nos
llevan a cabo en un abrir y cerrar de ojos. Sin embargo todo aquello que se
adquiere con más dificultad es lo que se conserva durante mayor tiempo; como
quienes han ganado una fortuna se muestran más cuidadosos de ella que aquellos
que la han heredado.
Y no temas adentrarte en tu
nueva vida. Toda adquisición noble va acompañada de riesgos. El que teme
tropezarse con estos últimos no debe esperar el logro de la primera. Ahora ya
sabes que eres un milagro. Y no puede existir el temor en un milagro.
Siéntete orgulloso. No eres
el capricho momentáneo de un despreocupado creador que experimenta en el
laboratorio de la vida. No eres esclavo de fuerzas que puedes comprender. Eres
una libre manifestación de una fuerza que sólo es mía, de un amor que sólo es
mío. Fuiste creado con un propósito.
Siente mi
mano. Escucha mis palabras.
Tú me
necesitas. . . y yo necesito de ti.
Tenemos
un mundo que debemos reconstruir. . . y si para ello se necesitase un milagro,
¿qué significa eso para nosotros?
Ambos
somos un milagro y ahora nos tenemos el uno al otro.
Jamás
he perdido la fe en ti, desde ese día en que por vez primera te hice girar en
una gigantesca ola, arrojándote impotente sobre la arena. Según tu manera de
medir el tiempo, eso sucedió hace más de quinientos millones de años. Hubo un
gran número de modelos, muchas formas y muchos tamaños antes de llegar a la
perfección en ti hace más de treinta mil años. En todos estos años, no he
vuelto a hacer ningún esfuerzo adicional por mejorar lo que hice en ti.
Ya
que ¿Qué como es posible mejorar un milagro? Fuiste algo maravilloso de
contemplar y me sentí complacido. Te entregué este mundo y el dominio sobre él.
Después, a fin de permitirte que alcanzaras tu pleno potencial, coloqué mi mano
sobre ti una vez más, y te doté de poderes desconocidos para cualquier otra
criatura en el universo, incluso hasta este día.
Te concedí
el poder de pensar.
Te concedí
el poder de amar.
Te concedí
el poder de reír.
Te concedí
el poder de imaginar.
Te concedí
el poder de crear.
Te concedí
el poder de planear.
Te concedí
el poder de hablar.
Te concedí
el poder de orar.
Mi
orgullo en ti no conoció límites. Fuiste mi máxima creación, mi milagro más
grande. Un ser viviente completo. Un ser capaz de adaptarse a cualquier clima,
a cualquier penuria, de enfrentarse a cualquier desafío. Un ser capaz de
controlar su propio destino sin ninguna interferencia de mi parte. Un ser capaz
de traducir una sensación o una percepción, no por instinto, sino otra ves del
pensamiento y la liberación, en cualquier ocasión que sea mejor para sí mismo y
para toda la humanidad.
Así
hemos llegado a la cuarta ley para alcanzar el éxito y la felicidad. . . ya que
te concedí un poder más, un poder tan grandioso que ni siquiera mis ángeles los
poseen. Te concedí . . . el poder de elegir.
Con este
don te situé incluso por encima de mis ángeles. . . ya que los ángeles no son
libres de elegir el pecado. Te concedí un control absoluto sobre tu destino. Te
dije que deberías determinar, por ti mismo, tu propia naturaleza de acuerdo con
tu libre albedrío. Al no ser de naturaleza divina ni terrenal, estuviste en
libertad de modelarte en cualquier forma que prefieras. Tuviste el poder de
elegir si querías degenerar en una de las formas más bajas de la vida, pero
también tuviste el poder, de acuerdo con el juicio de tu espíritu, de renacer
en las formas más elevadas, que son divinas.
Jamás te
he quitado ese grandioso poder, el poder de elegir.
¿Qué
has hecho con esa tremenda fuerza? Contémplate a ti mismo. Piensa en las
elecciones que has hecho en tu vida y recuerda, ahora, esos amargos momentos en
que habrías estado dispuesto a caer de rodillas si tan solo hubieses tenido la
oportunidad de volver a elegir.
Lo
pasado, pasado está. . . y ahora ya conoces la cuarta gran ley de la felicidad
y el éxito. Emplea con sabiduría tu poder de elección.
Elige
amar. . . en vez de odiar.
Elige
reír. . . en vez de llorar.
Elige
crear. . . en vez de destruir.
Elige
perseverar. . . en vez de renunciar.
Elige
alabar. . . en vez de criticar.
Elige
curar. . . en vez de herir.
Elige dar.
. . en vez de robar.
Elige
actuar. . . en vez de aplazar.
Elige
crecer. . . en vez de corromperte.
Elige
orar. . . en vez de maldecir.
Elige
vivir. . . en vez morir.
Ahora
ya sabes que tus infortunios no fueron obra de mi voluntad, ya que se te había
conferido todo el poder, y la acumulación de hechos y pensamientos que te
colocaron entre los despojos de la humanidad fueron obra tuya, no mía. Mis
dones de poder resultaron demasiado grandes para su pequeña naturaleza. Ahora
has crecido y has adquirido sabiduría y tuyos serán los frutos de la tierra.-
Eres algo
más que un ser humano, eres un ser humano digno.
Eres capaz
de lograr grandes maravillas.
Tu
potencial es ilimitado. ¿Quién más, entre mis criaturas ha dominado el fuego?
¿Quién más, entre mis criaturas ha conquistado la ley de la gravedad, ha
cruzado los cielos, ha conquistado a la enfermedad, a la peste y la sequía?
¡Jamás
vuelvas a menospreciarte!
¡Jamás te
conformes con las migajas de la vida!
¡A partir
de este día jamás ocultes tus talentos!
Recuerda al niño que dice “
Cuando sea un niño grande” pero, ¿qué significa eso? Ya que el niño grande
dice: “Cuando sea adulto”. Y cuando ha llegado a la edad adulta, dice: “Cuando
contraiga matrimonio”. Pero después de todo, ¿Qué significa estar casado?
Entonces ese pensamiento cambia a “Cuando me jubile”. Y después llega la
jubilación y mira hacia atrás el paisaje que ha recorrido; un viento helado lo
barrido y de alguna manera se ha perdido de todo y ahora ha desaparecido.
Disfruta
de este día, el día de hoy. . . y mañana, disfruta del mañana.
Has
realizado el milagro más grande del mundo.
Has
regresado de una muerte en vida.
Ya no volverás ha sentir
compasión de ti mismo y cada nuevo día será un desafío y una alegría.
Has vuelto a nacer . . .
pero lo mismo que antes puedes elegir entre el fracaso y la desesperación, o el
éxito y la felicidad. La elección es sólo tuya. Yo únicamente puedo observar
como antes. . . lleno de orgullo . . . o de pesadumbre.
Recuerda
entonces, las cuatro leyes de la felicidad y el éxito.
Cuenta tus
bendiciones.
Proclama
tu singularidad.
Camina
otro kilómetro.
Emplea con
sabiduría tu poder de elegir.
Y hay otra más, para cumplir
con las otras cuatro. Haz todas las cosas con amor. . . amor hacia ti mismo,
amor hacia los demás y amor hacia mí.
Enjuga tus
lágrimas. Estira tu mano, toma la mía y
manténte erguido.
Permíteme
cortar la mortaja que te ha mantenido atado.
El día de hoy has sido notificado.
TÚ ERES EL MILAGRO MÁS GRANDE DEL MUNDO.
"Del Milagro mas grande del Mundo Og Mandino"
EL MEMORANDUM DE DIOS
Para ti, de DIOS
Acepta el
consejo.
Escucho tu
lamento.
Este
atraviesa la oscuridad, se filtra a través de las nubes, se mezcla con la luz
de las estrellas y se abre camino hasta mi corazón siguiendo la trayectoria de
un rayo de sol.
Me
he angustiado al escuchar el lamento de una liebre asfixiándose en el lazo de
una trampa del cazador, por el gorrión que ha caído del nido de su madre, por
un niño que se debate impotente en un estanque, y por un hijo que vierte su
sangre clavado en una cruz.
Sabe que
también te escucho a ti. Está en paz, está tranquilo.
Te traigo
alivio para tu pena, porque conozco su causa... y también su cura.
Lloras
por todos los sueños de tu infancia, que se han desvanecido con el transcurso
de los años.
Lloras por
todo eso potencial que tienes y que has trocado por la seguridad.
Lloras por
toda tu individualidad que ha sido
pisoteada por las multitudes.
Lloras
por todo tu talento que se ha desperdiciado por el mal uso que has hecho de él.
Te
consideras a ti mismo con vergüenza y te apartas aterrado de la imagen que ves
reflejada en el estanque. ¿Quién es ese remedo de humanidad que te devuelve la
mirada con los insensibles ojos de la vergüenza?.
¿En
dónde ha quedado la gracia de tus modales, la belleza de tu figura, la agilidad
de tus movimientos, lo talentoso de tu conversación? ¿Quién te despojó de tus
bienes? ¿Conoces la identidad del ladrón, como lo conozco yo?
Uno
vez colocaste tu cabeza sobre una almohada de césped en el campo de tu padre y
alzaste la mirada hasta una catedral de nubes y entonces supiste que con el
tiempo todo el oro de Babilonia sería tuyo.
Alguna
vez leíste incontables libros y escribiste en muchas tablillas, convencido más
allá de toda duda de que llegarías a igualar, e incluso a superar, toda la
sabiduría de Salomón.
Y las estaciones seguirían fluyendo hasta
desembocar en años y he aquí que reinarías como soberano supremo en tu propio
jardín del Edén.
¿Acaso no recuerdas quién
implantó en tu ser todos esos planes y sueños y esas semillas de esperanza?
No puedes
recordarlo.
¿No tienes el menor recuerdo
del momento en que emergiste del vientre de tu madre y yo coloqué mi mano sobre
tu suave frente, ni del secreto que murmuré en tu pequeño oído cuando té
concedí todas mis bendiciones?
¿Recuerdas
nuestro secreto?
No puedes
recordarlo.
El paso de los años ha destruido
tus remembranzas, ya que ha saturado tu mente de temores, dudas, ansiedades,
remordimientos y odio y ya no queda lugar para los recuerdos agradables en un
sitio en donde moran todas esas bestias.
Ya no llores más. Estoy
contigo... y este momento marca la línea divisoria de tu vida. Todo eso que ha
sucedido antes no es sino algo muy semejante a todo ese tiempo en que dormiste
en el seno de tu madre. Lo pasado está muerto. Deja que los muertos sepulten a
los muertos.
Este día
regresas de entre los que están muertos en Vida.
Este día, igual que Elíseo
con el hijo de la viuda, me extiendo tres veces por encima de ti y vuelves a
vivir.
Este
día, lo mismo que Elías con el hijo de la sunamita, uno mis labios a los tuyos
y mis ojos a los tuyos y pongo mis manos sobre las tuyos y tus carnes vuelven a
recobrar el calor.
Este día, lo mismo que Jesús
frente a la tumba de Lázaro, te ordeno que te levantes y abandones la sepultura
de tu ruina a fin de que inicies una nueva vida.
Este es el día en que naces.
Es tu nueva fecha de nacimiento. La primera parte de tu vida, como sucede en
una obra de teatro, solamente fue un ensayo. Esta vez se ha alzado el telón. En
esta ocasión el mundo observa y espera para aplaudirte. Esta vez no tallarás.
Enciende tus velas. Compone
tu pastel. Escancia el vino. Has vuelto a nacer.
Como
una mariposa que rompe su crisálida, podrás volar ... vuela tan alto como lo
desees y ni las avispas ni las libélulas, ni las mantis de la humanidad serán
un obstáculo para tu misión o para tu búsqueda en pos de las
Atiende a
mi sabiduría.
Deja que comparta contigo,
una vez más el secreto que escuchaste en el momento de tu nacimiento y del cual
te has olvidado.
Tú eres mi
milagro más grande.
Tú eres el
milagro más grande del mundo
Esas fueron las primeras
palabras que escuchaste. Después lloraste. Todos lloran.
En
ese momento no me creíste . . . y durante todos estos años pasados no ha
sucedido algo que enmiende tu incredulidad. Pues ¿cómo podrías ser un milagro
cuando te consideras un fracaso en la más humilde de las tareas ¿Cómo puedes
ser un milagro cuando tienes tan poco confianza para enfrentarte a la más
trivial de las responsabilidades? ¿Cómo puedes ser un milagro cuando te sientes
encadenado por las deudas y permaneces despierto, atormentado al pensar de
dónde vendrá el pan del día de mañana?
Ya basta. La leche que se
derrama es agria. Sin embargo, ¿cuántos profetas, cuántos hombres sabios,
cuántos poetas, cuántos artistas, cuántos compositores, cuántos científicos,
cuántos filósofos y mensajeros he enviado con la palabra de tu divinidad, de tu
potencial para alcanzar la sanidad y para hablarte de los secretos del logro?
¿Cómo los trataste?
Pero
a pesar de todo te sigo amando y en estos momentos estoy contigo a través de
estas palabras, para cumplir con las palabras del profeta que anunció que el
Señor volverá o posar su mano, por segunda vez, para recuperar los remanentes
de su pueblo.
He vuelto
o pasar mi mano.
Esta es la
segunda vez.
Tú eres ni
remanente.
Seria en vano preguntar,
¿acaso no lo has sabido, no lo has escuchado, no se te dijo desde el principio,
no lo has comprendido desde los fundamentos de la Tierra?.
No lo has
sabido; no lo has escuchada; no lo has
comprendido.
Se
te ha dicho que eres una divinidad disfrazada, un dios haciendo el papel de un
tonto.
Se te ha dicho que eres una
obra especial, noble en su razón, infinita en sus facultades, precisa y
admirable en su forma y movimiento, como un ángel en acción, como un dios en
cautiverio.
Se te ha
dicho que eres la sal de la Tierra.
Te fue concedido incluso el
secreto de mover las montañas, de realizar lo imposible.
Pero
no le creíste a nadie. Quemaste el mapa que te conduciría a la felicidad,
abandonaste tu derecho a la paz mental, apagaste de un soplo las velas que se
habían colocado a lo largo del sendero a la gloria que se te había destinado y
después tropezaste, perdido y atemorizado, en medio de la oscuridad de la
utilidad y la autocompasión, hasta que al fin caíste en un infierno de tu
propia creación.
Entonces lloraste y te diste
golpes en el pecho, maldiciendo la suene que te había correspondido. Te
rehusaste a aceptar las consecuencias de tus propios pensamientos mezquinos y
de tus acciones indolentes y buscaste un chivo expiatorio a quien culpar de tu
fracaso. Qué pronto lo encontraste.
¡Me
culpaste a mí!
Te lamentaste diciendo que
tus impedimentos, tu mediocridad, tu falta de oportunidades, tus fracasos . . .
¡eran la voluntad de Dios!
¡Estabas
equivocado!
Hagamos un inventario. En
primer lugar, vamos a hacer una lista de tus desventajas. Porque, ¿cómo puedo
pedirte que construyas una nueva vida sino dispones de las herramientas
necesarias?
¿Estás
ciego? ¿Acaso el sol sale y se pone sin que tú seas testigo de ello?.
No
puedes ver.. . y los cien millones de receptores que he instalado en tus ojos
te permiten disfrutar de la magia de una hoja, de un copo de nieve, de un
estanque, de un águila, de un niño, de una nube, de una estrella, de una rosa,
de un arco iris. . . y de una mirada de amor. Anota una bendición.
¿Estás
sordo? ¿Puede un bebé llorar o reír sin atraer tu atención?
No puedes oír... y los
veinticuatro mil filamentos que he construido en coda uno de tus oídos vibran
con el viento que sopla entre los árboles, con las alas que azotan contra las
rocas, con la majestuosidad de una opera, con la súplica de un petirrojo, con
las risas de los niños mientras juegan...y con las palabras "Te amo'.
Anota otra bendición.
¿Estás
mudo? ¿Acaso tus labios se mueven y sólo producen saliva?
No puedes hablar . . . como
no puede hacerlo ninguna otra de mis criaturas, y tus palabras pueden calmar al
colérico, animar al desesperanzado, estimular al cobarde, alentar al
desdichado, brindarle amistad al solitario, alabar al prócer, darle animo al
vencido, enseñar al ignorante. . . y decir te amo. Anota otra bendición.
¿Estás
paralítico? ¿Tu desvalida forma es un
despojo de la tierra?
No puedes moverle. No eres
un árbol condenado a permanecer en una pequeña parcela de tierra, mientras el
viento y el mundo abusan de ti. Puedes estirar tus miembros y corre, bailar, y
trabajar, ya que en tu interior he diseñado quinientos músculos. Doscientos
huesos y once kilómetros de fibras nerviosas, todo ello sincronizado por mí
para obedecer tus mandatos. Anota otra bendición.
¿No amas
ni eres amado? ¿Te sientes hundido en la soledad, noche y día?
No. Ya no. Puesto que ahora ya conoces el
secreto del amor, que para recibir amor debes darlo sin la esperanza de que sea
retribuido. Amor por obligación, por satisfacción o por orgullo no es amar. El
amor es un don por el cual no se exige nada a cambio. Ahora ya sabes que el
amor sin egoísmo encuentra en si su propia recompenso. E incluso en el caso de
que el amor no sea correspondido no se pierde, puesto que ese amor que no te ha
sido devuelto volverá a fluir hacia ti, suavizando y purificando tu corazón.
Anota otra bendición. Y anótala como si fuese doble.
¿Está afectado tu corazón?
¿Sientes que se te escapa y se agota para mantenerte con vida?
No.
Tu corazón es fuerte. Lleva tu mano al pecho y siente su ritmo, latiendo una
hora tras otra, día y noche, treinta y seis millones de latidos cada año, un
año tras otro, dormido o despierto, bombeando tu sangre a lo largo de más de
noventa y seis mil kilómetros de venas, arterias y tuberías, bombeando más de
dos millones doscientos setenta mil litros de sangre cada año. El hombre jamás
ha creado una máquina semejante. Anota otra bendición.
¿Padeces alguna enfermedad
de la piel? ¿Acaso las personas se dan vuelta horrorizadas cuando te acercas a
ellas?
No.
Tu piel está sana y es una maravilla de la creación, que sólo necesita que
cuides de ella con agua y jabón, un cepillo y amor. Con el tiempo, todos los
aceros se deslustran y se enmohecen, pero no tu piel. A la larga, el más
resistente de los metales se desgasta con el uso, pero eso no sucede con esa
capa que he construido a tu alrededor. Constantemente se renueva a sí misma y
nuevas células reemplazan a las viejas, así como tu antiguo yo ahora se está
viendo reemplazado por el nuevo. Anota otra bendición.
¿Están contaminados tus
pulmones? ¿EI aliento de la vida lucha por entrar a tu cuerpo?
No.
Tus portañolas que se abren a la vida te sostienen incluso en el más repugnante
de los ambientes de tu propia creación, y siempre trabajan para filtrar el
oxígeno vivificante a través de seiscientos millones de cavidades formados por
los pliegues de tu carne, al mismo tiempo que liberan a tu organismo de los
desperdicios gaseosos. Anota otra bendición.
¿Está
envenenada tu sangre? ¿Está diluida con agua y pus?
No.
Dentro de tus cinco litros de sangre hay veintidós billones de células
sanguíneas y dentro de cada molécula hay un átomo que oscila a más de diez
millones de veces cada segundo. Cada segundo mueren dos millones de tus células
sanguíneas para ser reemplazadas por otros dos millones mas en una resurrección
que no se ha visto interrumpida desde el momento de tu nacimiento. Anota otra
bendición.
¿Eres
débil mental? ¿Ya no puedes pensar por
ti mismo?
No. Tu cerebro es la
estructura más compleja de todo el universo. Lo sé. En sus mil trescientos
gramos de peso hay quince millones de células, una cifra tres veces mayor que
el número de personas que habitan sobre la faz de tu planeta. Para ayudarte a
archivar cada percepción, cada sonido, cada sabor, cada olor, cada acción que
has experimentado desde el día de tu nacimiento, he implantado en el interior
de tus células más de mil trillones de moléculas proteicas. Cada uno de los
incidentes de tu vida se encuentra almacenado, allí, en espera sólo de tu
recordación. Y para auxiliar a tu cerebro el control de tu cuerpo he dispersado
por todo tu organismo cuatro millones de estructuras sensibles al dolor,
quinientos mil detectores de temperatura. Ninguna nación tiene sus reservas de
oro mejor protegidas de lo que estás tú.
Ninguna de
sus antiguas maravillas es más grandiosa que tu.
Tú eres mi
mejor creación.
Dentro
de tu ser existe la suficiente energía atómica para destruir cualquiera de las
ciudades más grandes del mundo... y para reconstruirla.
¿Eres
pobre? ¿No tienes oro ni plata en tus bolsillos?
No.
¡Eres rico! Juntos acabamos de hacer un inventario de tus riquezas. Estudia
bien la lista. Vuelve a cortarlas. ¡Cuenta tus bienes!
¿Por
qué te has traicionado? ¿Por qué te has lamentado diciendo que fuiste despojado
de todas las bendiciones de la humanidad? ¿Por qué te engañaste pensando que
eras impotente para cambiar de vida? ¿Acaso careces de talento, sentidos,
habilidades, placeres, instintos, sensaciones y orgullo? ¿Has perdido toda
esperanza?
¿Por
qué te arrastras entre las sombras como un gigante derrotado en espera sólo de
un compasivo transporte hacia el bienvenido vacío y la humedad del infierno?.
Tienes
tantas cosas. Tus bendiciones se desbordan de tu copa... y tú te has mostrado
negligente con ellos, como un niño mimado en medio de los lujos, puesto que yo
te las he conferido con generosidad y con regularidad.
Respóndeme.
Respóndete
a ti mismo.
¿Qué
hombre opulento, anciano y enfermo, débil e impotente, no cambiaría todo el oro
que hay en sus bóvedas por todas las bendiciones que tú has tratado tan a la
ligera?
Aprende
entonces a conocer el primer secreto para alcanzar la felicidad y el éxito que
tú posees incluso en este momento, todas las bendiciones necesarias para
obtener una inmensa gloria, son tu tesoro, tus herramientas con las cuales
construir, a partir del día de hoy, los cimientos para una vida nueva y mejor.
Por
tanto, haz como te digo, cuenta tus bendiciones y sabe que ya eres mi máxima
creación. Esta es la primera le y a la cual debes obedecer a fin de realizar el
milagro más grande del mundo el regreso de tu humanidad desde la muerte en
vida.
Y
muéstrate agradecido por las lecciones que has aprendido en medio de la
pobreza. Ya que no es pobre el que tiene poco; sólo lo es aquel que desea
mucho. . . y la verdadera seguridad radica no en las cosas que un individuo
posee, sino en las casas de los cuáles pueden prescindir.
¿En
dónde están las desventajas que ocasionaron tu fracaso? ¿Sólo existían en tu
mente?
Cuenta tus
bendiciones.
Y
la segunda ley es muy semejante a la primera. Proclama tu naturaleza
excepcional, tu individualidad.
Te
habías condenado a una fosa común y allí yacías, incapaz de perdonar tu propio
fracaso, destruyéndote con el odio hacia ti mismo, con autoincriminaciones y
repugnancia entre los crímenes que cometiste en contra de ti mismo y de los
demás.
¿Acaso no
te sientes perplejo?.
¿No
te preguntas por que Yo puedo perdonar tus fracasos, tus transgresiones, tu
despreciable conducta. . . cuando tú no eres capaz de perdonarte a ti mismo?
Ahora
me dirijo a ti por tres razones. Me necesitas. No eres un individuo entre una
muchedumbre que se encamina hacia la destrucción en medio de una grisácea masa
de mediocridad. Y eres algo excepcional y maravilloso.
Examina
una pintura de Rembrandt, un bronce de Degas, un violín hecho por Stradivarius
o una obra de Shakespeare. Tienen un gran valor por dos razones: sus creadores
fueron maestros y su número es muy reducido. Sin embargo, hay más de uno en
cada una de esas romas.
Si
nos basamos en este razonamiento, tú eres el tesoro más valioso sobre la faz de
la tierra, puesto que sobes quién fue tu creador y también sabes que sólo hay
un ser como tú.
Jamás,
entre los setenta mil millones de seres humanos que han caminado sobre este
planeta desde el inicio de los tiempos ha habido alguien que sea exactamente
Igual a ti.
Nunca
hasta el final de los tiempos existirá otro ser humano igual a ti.
No has
demostrado que conoces o aprecias tu singularidad.
Y sin
embargo, eres el ser más raro y singular en todo el mundo.
Desde
tu padre, en su momento de supremo amor, fluyeron incontables semillas de amor,
cuyo número sumó más de cuatrocientos millones. Todas ellas, mientras nadaban
en el seno de tu madre, entregaron el alma y murieron, ¡Todas, excepto una! Tú.
Solamente
tú perseveraste en el amoroso calor del cuerpo de tu madre, en busca de tu otra
mitad, una sola célula de tu madre tan pequeña que se necesitarían más de dos
millones de ellas para llenar la cáscara de una bellota.
No
obstante, a pesar de las imposibles probabilidades, en ese vasto océano de
oscuridad y desastre, tú perseveraste y logrando encontrar esa infinitesimal
célula, te uniste a ella para iniciar una nuevo vida. Tu vida.
Llegaste
trayendo contigo, corno lo hace cada niño, el mensaje de que aún no me he
decepcionado del hombre. Dos células unidas ahora en un milagro. Dos células,
cada una de ellas conteniendo veintitrés cromosomas y dentro de cada cromosoma
cientos de genes, los cuales controlarían cada una de tus características,
desde el color de tus ojos hasta el encanto de tus modales y el tamaño de tu
cerebro.
Teniendo
bajo mi mano todas esas combinaciones, empezando con ese único espermatozoide
entre los cuatro millones de tu padre, gracias a los cientos de genes en cada
uno de los cromosomas de tu madre y de tu padre podría haber creado trescientos
mil millones de seres humanos, cada uno de ellos diferentes de los demás.
Pero,
¿Quién fue el ser creado por mí?
¡Tú!
Unico en su clase. El más excepcional entre los más excepcionales. Un tesoro
inapreciable, poseedor de cualidades mentales y de lenguaje, de movimiento y de
apariencia y capaz de acciones como ningún otro ser que haya vivido, viva o
vivirá.
¿Por
qué te has valorado en centavos cuando eres digno del rescate de un rey'?.
¿Por
qué escuchaste a todos aquellos que te menospreciaron. . . y lo que es aun peor
por qué les creíste?
Acepta
el consejo. Ya no ocultes tu singularidad en la oscuridad. Haz que te salga a
relucir muéstrasela al mundo. No te esfuerces por caminar como camina tu
hermano, ni en hablar como habla tu líder, ni en trabajar como lo hace al
mediocre. Jamás hagas lo que hacen los demás. Nunca imites.
Porque
como podrás saber que no estas imitando el mal; y aquel que imita el mal
siempre va más allá del ejemplo que le han dado mientras que a quien imita el
bien, siempre se queda corto. No imites a nadie. Sé tú mismo. Demuéstrale al
mundo tu singularidad y todos te cubran de oro. Esta es entonces, la segunda
ley.
Proclama
tu singularidad.
Y ahora ya
has recibido dos leyes.
¿Cuenta
tus bendiciones? ¿Proclama tu singularidad?
No tienes
ninguna desventaja. No eses un ser mediocre.
Asientes.
Luces una sonrisa forzada. Reconoces que te has engañado a ti mismo.
¿Y qué me
dices de tu siguiente queja?
¡La
oportunidad jamás sale a tu encuentro!
Acepta
el consejo y te saldrá al paso, ya que ahora te ofrezco la ley del éxito en
toda empresa. Hace muchos siglos se les dio esta ley a tus antepasados, desde
la cima de una montaña. Algunos acataron la ley y he aquí su vida se vio
colmado con el fruto de la felicidad, el logro, el oro y la paz mental. La mayoría
no escuchó, pues buscaba medio mágicos, senderos tortuosos o esperaba que el
dominio llamado suerte les hiciera entrega de toda la riqueza de la vida.
Todos
ellos esperaron en vano. . . así como tu esperaste, y después se lamentaron, lo
mismo que tú te lamentaste, culpando de tu falta de suerte a mi voluntad.
La
ley es muy sencilla. Jóvenes o ancianos, mendigos o reyes, blancos o negros,
hombres o mujeres. . . todos pueden emplear este secreto en beneficio propio;
ya que de todas las reglas, de todos los discursos y escritores que versan
sobre el éxito y las formas de alcanzarlo, sólo hay un método que jamás ha
fallado. . . a quién quiera que te exija que lo acompañes un kilómetro. . .
acompáñalo dos.
Esta
es, entonces la tercera ley. . . el secreto que te producirá riquezas y hará
que sea aclamado más allá de todos tus sueños. ¿Sigue adelante otro kilómetro?
El
único medio seguro para alcanzar el éxito es prestar más y mejores servicios de
los que se esperan de ti, sin importar cuales puedan ser las tareas. Es un
hábito que han seguido todas las personas que han tenido éxito desde inicios de
los tiempos. Por tanto te digo que el camino más seguro para condenarte a la
mediocridad es desempeñar aquellas tareas por las cuáles te pagan.
No
pienses que estafan si rindes más de las amonedas de plata que recibes. Ya que
en la vida hay un péndulo para todo y el sudor de tu frente, sino se vio
recompensado el día de hoy, lo será el día de mañana multiplicado diez veces.
El mediocre nunca camina otro kilómetro ya que piensa que por qué habría de
estafarse así mismo.
Pero
tú no eres ese mediocre. Caminar un kilómetro más es un privilegio del cuál
debes apropiarte por iniciativa propia. No puedes, no debes evitarlo.
Despreocúpate, has sólo tan poco como los demás y la responsabilidad de tu
fracaso será únicamente tuya.
No puedes prestar un
servicio sin recibir la justa recompensa, como tampoco puedes evitar prestarlos
sin sufrir la pérdida de la recompensa. Causa y efecto, medio y fines, semilla
y fruto, son cosas que no se pueden separar.
El
efecto ya florece en la causa, el fin preexiste en el medio y el fruto siempre
está en la semilla.
Sigue
adelante otro kilómetro.
No te
preocupes si sirves a un amo ingrato.
Sírvelo aún más.
Y
en ves de él permite que yo sea tu deudor, ya que entonces sabrás que cada
minuto, cada esfuerzo de un servicio adicional te será pagado con creces. Y no
te preocupes en cada caso de que tu recompensa no llegue pronto. Ya que entre
más tiempo te sea retenido el pago, tanto mejor para ti.
. . puesto que el mayor
beneficio de la ley son los intereses compuestos sobre los intereses
compuestos.
No puedes exigir el éxito,
solo puedes merecerlo. . . y ahora el maravilloso secreto que es necesario para
merecer su singular recompensa.
¡Camina
otro kilómetro!
¿En donde está ese campo
desde donde una vez clamaste que no había la menor oportunidad? ¡Mira! Mira a
tu alrededor. Observa en donde apenas ayer te revolcabas en los desechos de la
autocompación, ahora caminas erguido sobre una alfombra de oro. Nada ha
cambiado. . . excepto tú, pero tú lo eres todo.
Tú eres mi
milagro más grande.
Tú eres el
milagro más grande del mundo.
Y ahora
las leyes de la felicidad y el éxito son tres.
¡Cuenta
tus bendiciones! ¡Proclama tu singularidad! ¡Camina otro kilómetro!.
Muéstrate paciente con tu
progreso. Contar tus bendiciones con gratitud, proclamar con orgullo tu
singularidad, avanzar un kilómetro adicional y después otro, son actos que nos
llevan a cabo en un abrir y cerrar de ojos. Sin embargo todo aquello que se
adquiere con más dificultad es lo que se conserva durante mayor tiempo; como
quienes han ganado una fortuna se muestran más cuidadosos de ella que aquellos
que la han heredado.
Y no temas adentrarte en tu
nueva vida. Toda adquisición noble va acompañada de riesgos. El que teme
tropezarse con estos últimos no debe esperar el logro de la primera. Ahora ya
sabes que eres un milagro. Y no puede existir el temor en un milagro.
Siéntete orgulloso. No eres
el capricho momentáneo de un despreocupado creador que experimenta en el
laboratorio de la vida. No eres esclavo de fuerzas que puedes comprender. Eres
una libre manifestación de una fuerza que sólo es mía, de un amor que sólo es
mío. Fuiste creado con un propósito.
Siente mi
mano. Escucha mis palabras.
Tú me
necesitas. . . y yo necesito de ti.
Tenemos
un mundo que debemos reconstruir. . . y si para ello se necesitase un milagro,
¿qué significa eso para nosotros?
Ambos
somos un milagro y ahora nos tenemos el uno al otro.
Jamás
he perdido la fe en ti, desde ese día en que por vez primera te hice girar en
una gigantesca ola, arrojándote impotente sobre la arena. Según tu manera de
medir el tiempo, eso sucedió hace más de quinientos millones de años. Hubo un
gran número de modelos, muchas formas y muchos tamaños antes de llegar a la
perfección en ti hace más de treinta mil años. En todos estos años, no he
vuelto a hacer ningún esfuerzo adicional por mejorar lo que hice en ti.
Ya
que ¿Qué como es posible mejorar un milagro? Fuiste algo maravilloso de
contemplar y me sentí complacido. Te entregué este mundo y el dominio sobre él.
Después, a fin de permitirte que alcanzaras tu pleno potencial, coloqué mi mano
sobre ti una vez más, y te doté de poderes desconocidos para cualquier otra
criatura en el universo, incluso hasta este día.
Te concedí
el poder de pensar.
Te concedí
el poder de amar.
Te concedí
el poder de reír.
Te concedí
el poder de imaginar.
Te concedí
el poder de crear.
Te concedí
el poder de planear.
Te concedí
el poder de hablar.
Te concedí
el poder de orar.
Mi
orgullo en ti no conoció límites. Fuiste mi máxima creación, mi milagro más
grande. Un ser viviente completo. Un ser capaz de adaptarse a cualquier clima,
a cualquier penuria, de enfrentarse a cualquier desafío. Un ser capaz de
controlar su propio destino sin ninguna interferencia de mi parte. Un ser capaz
de traducir una sensación o una percepción, no por instinto, sino otra ves del
pensamiento y la liberación, en cualquier ocasión que sea mejor para sí mismo y
para toda la humanidad.
Así
hemos llegado a la cuarta ley para alcanzar el éxito y la felicidad. . . ya que
te concedí un poder más, un poder tan grandioso que ni siquiera mis ángeles los
poseen. Te concedí . . . el poder de elegir.
Con este
don te situé incluso por encima de mis ángeles. . . ya que los ángeles no son
libres de elegir el pecado. Te concedí un control absoluto sobre tu destino. Te
dije que deberías determinar, por ti mismo, tu propia naturaleza de acuerdo con
tu libre albedrío. Al no ser de naturaleza divina ni terrenal, estuviste en
libertad de modelarte en cualquier forma que prefieras. Tuviste el poder de
elegir si querías degenerar en una de las formas más bajas de la vida, pero
también tuviste el poder, de acuerdo con el juicio de tu espíritu, de renacer
en las formas más elevadas, que son divinas.
Jamás te
he quitado ese grandioso poder, el poder de elegir.
¿Qué
has hecho con esa tremenda fuerza? Contémplate a ti mismo. Piensa en las
elecciones que has hecho en tu vida y recuerda, ahora, esos amargos momentos en
que habrías estado dispuesto a caer de rodillas si tan solo hubieses tenido la
oportunidad de volver a elegir.
Lo
pasado, pasado está. . . y ahora ya conoces la cuarta gran ley de la felicidad
y el éxito. Emplea con sabiduría tu poder de elección.
Elige
amar. . . en vez de odiar.
Elige
reír. . . en vez de llorar.
Elige
crear. . . en vez de destruir.
Elige
perseverar. . . en vez de renunciar.
Elige
alabar. . . en vez de criticar.
Elige
curar. . . en vez de herir.
Elige dar.
. . en vez de robar.
Elige
actuar. . . en vez de aplazar.
Elige
crecer. . . en vez de corromperte.
Elige
orar. . . en vez de maldecir.
Elige
vivir. . . en vez morir.
Ahora
ya sabes que tus infortunios no fueron obra de mi voluntad, ya que se te había
conferido todo el poder, y la acumulación de hechos y pensamientos que te
colocaron entre los despojos de la humanidad fueron obra tuya, no mía. Mis
dones de poder resultaron demasiado grandes para su pequeña naturaleza. Ahora
has crecido y has adquirido sabiduría y tuyos serán los frutos de la tierra.-
Eres algo
más que un ser humano, eres un ser humano digno.
Eres capaz
de lograr grandes maravillas.
Tu
potencial es ilimitado. ¿Quién más, entre mis criaturas ha dominado el fuego?
¿Quién más, entre mis criaturas ha conquistado la ley de la gravedad, ha
cruzado los cielos, ha conquistado a la enfermedad, a la peste y la sequía?
¡Jamás
vuelvas a menospreciarte!
¡Jamás te
conformes con las migajas de la vida!
¡A partir
de este día jamás ocultes tus talentos!
Recuerda al niño que dice “
Cuando sea un niño grande” pero, ¿qué significa eso? Ya que el niño grande
dice: “Cuando sea adulto”. Y cuando ha llegado a la edad adulta, dice: “Cuando
contraiga matrimonio”. Pero después de todo, ¿Qué significa estar casado?
Entonces ese pensamiento cambia a “Cuando me jubile”. Y después llega la
jubilación y mira hacia atrás el paisaje que ha recorrido; un viento helado lo
barrido y de alguna manera se ha perdido de todo y ahora ha desaparecido.
Disfruta
de este día, el día de hoy. . . y mañana, disfruta del mañana.
Has
realizado el milagro más grande del mundo.
Has
regresado de una muerte en vida.
Ya no volverás ha sentir
compasión de ti mismo y cada nuevo día será un desafío y una alegría.
Has vuelto a nacer . . .
pero lo mismo que antes puedes elegir entre el fracaso y la desesperación, o el
éxito y la felicidad. La elección es sólo tuya. Yo únicamente puedo observar
como antes. . . lleno de orgullo . . . o de pesadumbre.
Recuerda
entonces, las cuatro leyes de la felicidad y el éxito.
Cuenta tus
bendiciones.
Proclama
tu singularidad.
Camina
otro kilómetro.
Emplea con
sabiduría tu poder de elegir.
Y hay otra más, para cumplir
con las otras cuatro. Haz todas las cosas con amor. . . amor hacia ti mismo,
amor hacia los demás y amor hacia mí.
TÚ ERES EL MILAGRO MÁS GRANDE DEL MUNDO.
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