miércoles, julio 23, 2014

CAPITULO II


"Nada antes que el amor a Cristo"


CAPITULO SEGUNDO 

Trayectoria histórica de la Devoción
al Sagrado Corazón de Jesús
Introducción

A todo pueblo, a todo grupo humano, le interesa conocer sus raíces históricas, su pasado, sus tradiciones, sus grandes figuras. No sólo porque eso le ayuda a comprender mejor su presente, sino también por el natural afecto que todos sentimos hacia lo que es nuestro. Es muy natural, por tanto, que aquellos a los que nos entusiasma la devoción al Corazón de Jesús, queramos conocer cómo comenzó y se ha desarrollado - a través de los años - esta manera particular de comprender a Jesús, y de responder a su Amor.


En el capítulo anterior nos planteamos los sólidos fundamentos que hay para devoción al Corazón de Jesús en las Sagradas Escrituras. En la presente sección vamos a conocer la trayectoria de la devoción desde el período inmediatamente posterior a la redacción del Nuevo Testamento hasta nuestros días.

Acometemos este capítulo muy conscientes de que en el limitado espacio de estas páginas no se puede hacer adecuadamente historia - ni siquiera parcial - de veinte siglos de esfuerzos por adentrarnos en las insondables riquezas del Corazón de Cristo Jesús. Les aclaramos, pues, a nuestros lectores que aquí sólo vamos a brindarles una visión de conjunto - por épocas - de quienes han sido los principales amigos-amigas del Corazón de Jesús.

Hemos dividido el estudio de esta sección histórica en cuarto épocas. Este capítulo cubre las tres primeras y el próximo la cuarta. La selección de autores y de materiales es mayormente de índole pedagógica y catequética. Citamos directamente muchos textos de diversos autores con el definido propósito de permitirles identificar y disfrutar - sin intermediarios - la presencia del Espíritu Santo que los inspiró.

I- LOS PADRES DE LA IGLESIA (150-800)

Al período histórico comprendido entre la fundación de las primeras comunidades eclesiales por los Apóstoles y el pontificado de San Gregorio Magno se le suele llamar a menudo la "Epoca de los Padres de la Iglesia".

Durante este tiempo se habla del Corazón de Cristo, pero no de la misma manera o con las

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mismas categorías devocionales que empleamos nosotros hoy. Todavía no podemos hablar de "Devoción al Corazón de Jesús", aunque sí de intensa devoción al Costado Herido de Cristo, fuente y fundamento de la Devoción, tal como va a desarrollarse posteriormente. En consonancia con la naturaleza práctica de este Manual, pasamos a presentarles algunos de los autores y textos más relevantes, los cuales nos ayudarán a ir descubriendo, con la Iglesia, y a través de estos primeros siglos, el tesoro inigualable del Corazón de Cristo.

Orígenes (185-253)

Es el primero que nos señala al Apóstol San Juan como prototipo del hombre sabio que

"bebe del Corazón del Señor las corrientes de aguas vivas". En sus escritos comienza a preferir, intencionalmente, el concepto de "corazón" al de "intelecto", para designar ese "lugar donde entramos en contacto espiritual-real con lo divino". (1)

San Justino
Murió mártir, alrededor del año 165. Apoyándose, sin lugar a dudas, en algún comentario o escrito de los discípulos de Juan -al que debió tener acceso- llama con preferente ternura a Jesús : "El gran traspasado"; y señala que es en El que se cumplió la profecía de Zacarías, a la que alude el texto del evangelio de Juan (19, 34-39).

San Hipólito de Roma, mártir (+235)
Gracias a él, sabemos que a principios del siglo tercero, los cristianos de Roma practicaban la devota costumbre de meditar diariamente, al atardecer, acerca de la herida del Costado del Señor :
"Se hará, también, una profunda plegaria y una excelsa alabanza a la
novena hora ... Puesto
que a esta hora es que Cristo fue atravesado en su

costado por la lanza y salió sangre

y agua ...". (2)


San Ambrosio (340-347)
Nos dejó su sentir acerca del Costado atravesado del Señor en una muy bella plegaria que copiamos a continuación. Es importante que nos fijemos que San Ambrosio interpreta, genuinamente, el pasaje de Jn 7, 24-37.
"Bebe de Cristo pues es la roca de la que brota el agua. Bebe de Cristo, pues es la fuente de la vida.
Bebe de Cristo, pues es la corriente cuya impetuosidad alegra la Ciudad de Dios.
Bebe de Cristo, pues es la paz.
Bebe de Cristo, pues de su Cuerpo fluyen corrientes de agua viva" (3).

San Agustín y San Paulino de Nola

Uno de los elementos históricos que influyó más tempranamente, durante la Edad Media, en el inicio de la devoción al Corazón humano-divino del Verbo fue la particular veneración al


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Apóstol San Juan que alentaron escritos tan influyentes como éste de San Agustín :
"Juan recibió una gracia más particular y especial para hablar del Hijo de Dios, de modo que alienta a los que comienzan la vida espiritual y satisface y alimenta a los que ya han alcanzado la madurez; y eso se debe a que le fueron comunicados misterios sublimes de lo más íntimo del Corazón del Señor, al recostarse sobre su pecho en la última cena". (4)

En forma muy parecida se expresa también San Paulino de Nola :

"Así que Juan, que descansó dichoso en el pecho del Señor, fue embriagado por el Espíritu Santo, porque bebió directamente del Corazón la sabiduría, que créo todas las cosas". (5)
Volviendo a San Agustín, hay otro texto muy importante que queremos transcribir aquí para que los lectores puedan apreciar, una vez más, que la interpretación del texto clave de Jn. 19, 34-37, que tuvo mayor resonancia para los grandes Padres de la Iglesia, es la que señala al Corazón herido del Señor como el lugar donde la Iglesia nace y donde se alimenta su vida.
"Adán duerme para que surja Eva; Cristo muere para que nazca la Iglesia. Eva es formada del costado del durmiente; Cristo es atravesado con la lanza después de la muerte, para que broten los sacramentos que conforman la Iglesia".
"La primera mujer fue llamada Vida y madre de los vivientes; y el segundo Adán, por su parte, murió en la cruz, con la cabeza inclinada, para que fuese engendrada una Esposa del Costado del que dormía.
(Oh muerte por la que los muertos resucitan! )Qué hay más puro que esta Sangre, o redentor que esta Herida?". (6)
Convendría señalar que al expresarse así San Agustín, no hace sino continuar una línea de pensamiento ya estaba sólidamente establecida en la Iglesia para su tiempo. Ya al final del siglo II, Tertuliano - uno de los más influyentes teólogos de su siglo - había escrito :

"Si Adán es un arquetipo de Cristo, el sueño de aquél representará al
de Jesús muerto en la cruz y de cuyo costado fue formada la verdadera madre de
los vivos, la Iglesia." (7)

Los escritos de San Agustín no hablan explícitamente del Corazón de Jesús, en el sentido que lo hacemos nosotros hoy, pero, como bien señala el reciente estudio de E. Maxsein sobre su pensamiento antropológico, la palabra latina "cor" (corazón) tiene una importancia tal en sus escritos, que bien podemos decir que todo su pensamiento está bajo la impronta de su "Philosophia cordis" (Filosofía del Corazón). Al comentar esto, el Cardenal Ratzinger señala que dicha manera de pensar es la que da lugar a que, coincidiendo con el pensamiento antropológico más auténticamente bíblico, descubramos posteriormente el Corazón de Cristo al calor de los discípulos de San Agustín. (8)

San Jerónimo (+420 A.D.)

No queremos omitir un comentario suyo muy interesante en esta sección :


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"A la pregunta acerca de qué es lo más importante para que haya un ser humano, Platón responde que el cerebro (el intelecto); Cristo, que el corazón ..." (9)

San Juan Crisóstomo (+407 A.D.)

También él, desde luego, afirma que la Iglesia nace del Costado herido del Señor, y con el texto de su prédica a los recién bautizados en la espléndida Basílica de Antioquía nos basta, por ahora, para dejar absolutamente establecida la solidez católica que tiene la exégesis que hacemos los devotos del Corazón de Jesús del texto clave de Jn 19, 34-37 :


"La lanza del soldado abrió el costado de Cristo, y de su herida formó Cristo a la Iglesia, como fue formada Eva, la primera mujer, de Adán; y por eso, dice San Pablo: "somos carne de su carne y hueso de su hueso". Así como tomó Dios la costilla del costado de Adán y de ella formó la mujer, así nos da Jesús la sangre y agua de su costado, y de ellos emerge la Iglesia
..." (10)
"Y en adición a esto, se realizó entonces un maravilloso misterio. "Sangre y agua brotaron inmediatamente de la herida". No es por casualidad, o sin querer, que estas dos fuentes brotan ahora. Es que la sangre y el agua son elementos que constituyen la Iglesia. Aquellos que ya han sido admitidos a la sagrada liturgia lo saben muy bien; me refiero a quienes han sido regenerados por las aguas del bautismo, y que en la eucaristía se alimentan de la carne y sangre de Cristo. Esta es la fuente donde nacen todos los misterios cristianos. Por lo tanto, cuando apliques tus labios a esta impresionante copa, hazlo como si bebieras de la sangre preciosa que del Costado abierto del mismo Cristo." (11)

Decimos que la devoción al Corazón de Cristo no se agota en dicho símbolo, por más que lo tenga en la más alta estima, ya que la realidad última que nos impacta y estremece es el amor infinito de la Santísima Trinidad que nos muestra ese Corazón. Aprovechamos la ocasión aquí para compartir con los lectores algunos textos de San Juan Crisóstomo a propósito de la Eucaristía, que bien pueden cuestionar la tibieza y el desamor de algunos de nosotros, que quizás hablamos a menudo del Corazón de Jesús, pero tan desabridamente, que no le comunicamos a nadie el fuego de ese amor que abrasa su Corazón. Demos gracias al Señor por predicadores como Juan Crisóstomo, que no quisieron disimular el fuego del Amor que los impactó :

"Por la Eucaristía en la que se nos da como banquete, quiere darnos una prueba vehemente del amor que nos tiene. Por eso se mezcló con nosotros y metió, cual fermento, en nosotros, su propio cuerpo para que llegáramos a formar un todo, pues ésta es prueba de ardientes amadores ... No sólo les prometió a los que le aman verle, sino también tocarle y estrecharse con El y llenar todo su deseo de amor."

No dejará de haber entre nosotros algunos pasmados a quienes les parezca demasiado apasionadas o faltas de respeto tales expresiones del gran predicador, pero no pensemos que le haya parecido mal a Jesús que alguien hable ardorosamente de su tan vehemente amor por nosotros ...

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Teófilo, obispo de Alejandría, en un sermón acerca de la Eucaristía, llama a Jesús: "el amante de los hombres". (12) San Juan Damasceno escribe : "Tengo herido el corazón; me quema el ardor por ti, Señor, estoy encadenado a tu amor".(13) San Juan Crisóstomo, de nuevo, pone en

labios de Jesús expresiones tales como: "No me uno simplemente a ti, sino que me dejo abrazar y ser comido..., a fin de que el acercamiento, la fusión y el amor sean mayores". (14)

Todas estas frases y tantísimas más que pudiéramos traer a estas páginas nos dan pie para indicar que es, particularmente, a través de la Eucaristía, que los Padres vislumbran la fecunda fuerza y belleza del amor de Jesucristo y su Corazón. No es sólo porque desea expresarse bellamente, que San Juan Crisóstomo dice que "al acercarte al gran cáliz hazlo como si fueras a beber de ese mismo Costado ..."

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Karl Richstaetter nos ha indicado, con mucho acierto, el hecho de que posiblemente ninguno de los Padres de la Iglesia tuvo ocasión de contemplar un crucifijo, es decir, una imagen o un cuadro artístico representando a Jesús Crucificado. El pueblo cristiano tuvo que esperar hasta

el siglo VII para comenzar a ver representados, con alguna frecuencia, la persona y el cuerpo de Jesús en la Cruz. (15) Este sencillo dato nos permite darnos cuenta, al menos en parte, por qué la

devoción de los Padres al Corazón de Jesús no llegó a expresarse en categorías más explícitas.

Para concluir, se puede decir que hemos podido comprobar la acendrada devoción de los Padres al fecundo Costado atravesado del Señor, y lo profundo que caló en ellos la radicalidad de su entrega y de su Amor. Está formado, pues, el capullo de la Devoción al Corazón de Jesucristo, y no falta sino que abra ...


II- AMIGAS Y AMIGOS MEDIEVALES
Tomamos prestado el título de esta sección de un capítulo de la meritoria obra de Karl Richstaetter, S.J. : "Ilustres Amigos del Corazón de Jesús".

El tránsito entre la teología patrística de la fecundidad del Costado atravesado del Redentor y el posterior desarrollo -durante la temprana Edad Media- de una devoción mucho más definida al Corazón del Señor, no ha sido debidamente estudiado todavía. Nosotros nos guiamos al respecto por la opinión del P. Hugo Rahner, que sitúa la transición gradual de un modo de pensar a otro entre los años del 1100 al 1250. (15) La influencia del pensamiento y sentir de los Padres acerca de la Herida del Costado es decisiva todavía, pero ya no es la única; la exégesis de El Cantar de los Cantares va a ejercer un enorme influjo en el desarrollo de la devoción medieval.

Al igual que en la sección anterior, les presentamos a continuación una selección de los autores y textos que nos parecen más relevantes.

San Anselmo de Canterbury (1033-1109 A.D.)

En su obra, "Meditaciones", retoma el sentir de los Padres acerca del Costado abierto de Cristo, como la fuente de donde la Iglesia y sus hijos se alimentan :

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"Jesús, amable mientras inclina su cabeza al morir; amable al extender sus brazos; amable al abrirse su Costado. Abierto para que allí se nos revelen las riquezas de su bondad, la caridad de su corazón para con nosotros." (16)

San Bernardo de Clairvaux (1091-1153 A.D.)

Autor místico de primera línea y extraordinario predicador, algunos le han llamado "el último de los Padres de la Iglesia". Pocas figuras han tenido un influjo tan amplio y duradero en la vida de la Iglesia. Su gran amor : Jesucristo Crucificado. La Santísima Virgen - a quien mostró la más acendrada devoción - debió ser quien le guió derecho al Corazón de su Hijo. Los párrafos que copiamos a continuación están tomados del Sermón LXI acerca del Cantar de los Cantares" :

"Cómo halla la Iglesia las riquezas de la divina misericordia
en los agujeros de las llagas de Cristo "Levántate amiga mía, esposa mía y ven". Hay que escuchar con castos oídos
este amoroso discurso y, cuando piensen en estos dos amantes,
no se representen a un hombre y una mujer, sino al Verbo y al alma humana,
o bien a Cristo y a la Iglesia, que es lo mismo.
)Dónde podrá hallar nuestra alma un remanso firme y seguro, sino en las llagas
del Salvador?
Esos clavos y esas heridas gritan muy alto que Dios está verdaderamente en Cristo y que en El reconcilia al mundo consigo. El hierro cruel atravesó su alma
e hirió su Corazón, a fin de que supiese compadecerse de mis flaquezas.
El secreto de su Corazón se está viendo por las aberturas de su cuerpo.
Podemos contemplar ya ese sublime misterio de la bondad infinita de nuestro Dios, podemos, repito, contemplar
las misericordiosas entrañas de nuestro Dios...
)Qué dificultad hay en que se muestren las entrañas de Dios a través de las llagas? Porque nada hay, Señor, que haga ver, como tus heridas, que eres suave, manso y de mucha misericordia.
Nadie tiene mayor compasión que quién da su vida por los condenados
y sentenciados a muerte." (17)

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Santa Lutgarda de St. Trond (nació el año 1182)
Es una de las primeras figuras femeninas de la mística medieval. Conservamos el recuento de algunas de sus experiencias místicas gracias a la pluma de su director espiritual. La que narramos a continuación, es eso, una experiencia mística, y creemos que debe ser leída e interpretada como tal, prescindiendo respetuosamente de su historicidad.

A los diecisiete años, cuando estaba para consagrarse totalmente al Señor, un joven de la localidad se enamoró de ella. Esto, desde luego, la distraía de su propósito. El Señor se le apareció entonces, según ella, y le mostró la herida todavía sangrante de su Costado, diciéndole :

"Apártate de esos halagos de un hombre agitado; mira, aquí está lo que debes amar". Animada por dicha experiencia se hizo religiosa cisterciense. Poco tiempo después, el Señor le concedió la gracia de entender los salmos que se cantaban entonces en latín, que ella no había estudiado; pero no le concedió el gustar y disfrutar de hacer oración ... Entonces se le quejó al Señor :

-")De qué me sirve a mí, aldeana ignorante,
el conocimiento que me has dado de las Sagradas Escrituras? -)Qué quieres entonces?, le pregunta el Señor.
-(Quiero tu Corazón! - fue su respuesta.
(Y yo quiero más aún el tuyo", -le dijo el Señor. -(Sí, Señor, pero modera tu amor
según mi capacidad, y que el mío esté bajo tu segura protección siempre!
Y trocó el Señor ambos corazones ...". (18)
Atmósfera de Amor

Aunque es posible que San Francisco de Asís (1181-1226) nunca hablara, expresamente, del Corazón de Jesús, lo consideramos uno de los principales porta-estandartes de esta devoción. )Por qué? - Sobre todo, porque la vehemencia de su amor por la "humanidad" doliente de Jesús Crucificado fue un signo profético que impactó no sólo a las Fraternidades que él fundó, sino a toda una época eclesial.

Lázaro Iriarte ha dicho con gran acierto que "el amor fue la atmósfera de su oración, el sello de su espiritualidad, la ley primera de la Fraternidad y el mensaje fundamental de su misión". (19) El amor de Jesucristo Crucificado poseyó de tal manera a Francisco que el Señor no pudo negarse a compartir con tan gran amigo sus gloriosísimas llagas.

La intensidad con que vivió la intimidad del amor a Cristo reclama para el Poverello estas líneas, y hace que le consideremos entre los más connotados amigos del Corazón de Jesús.

San Buenaventura (1221-1274 A.D.)

Si a alguno de sus hijos logró comunicarle San Francisco de Asís que el camino más seguro hacia el Padre es "un ardiente amor a Jesús Crucificado", es a San Buenaventura, doctor de la Iglesia, y extraordinario místico. Dejemos que su palabra nos sacuda y aliente:

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"Para que del costado de Cristo, dormido en la cruz, se formase la Iglesia, y se cumpliese la Escritura que dice: "Pondrán sus ojos en aquel a quien traspasaron", uno de los soldados lo hirió con una lanza y le abrió el costado. Y fue permisión de la divina Providencia, a fin de que brotando de la herida sangre y agua se derramase el precio de nuestra redención, el cual, manando de la fuente interior del Corazón, diese a los
sacramentos de la Iglesia la virtud de conferir la vida de la gracia, y fuese para los que viven en Cristo la fuente viva que da saltos para la vida eterna." (20)
"El Corazón del Señor fue atravesado con la lanza para que por la llaga visible reconociésemos el amor invisible. La herida del Corazón muestra la herida del alma." (21)
"Penetremos, finalmente, en el Corazón humildísimo del excelso Jesús. La puerta es el costado abierto por la lanza. Aquí está escondido el tesoro inefable y deseable de la caridad; aquí se encuentra la devoción, se obtiene la gracia de lágrimas, apréndese la mansedumbre y la paciencia en las adversidades, la compasión para con los afligidos y, sobre todo, aquí logramos que nuestro corazón se torne corazón contrito y humillado." (22)

Las cistercienses de Helfta
No sólo los virus son altamente contagiosos; un amor muy grande y sincero a Jesucristo es también altamente contagioso. Hacia fines del siglo XIII, en el monasterio de religiosas cistercienses de Helfta, tuvo lugar una verdadera eclosión mística, un desbordamiento de amor al Corazón de Cristo.

Dado que tenemos que escoger necesariamente entre tanto material disponible, nos limitaremos a mencionar y transcribir algunos textos de los escritos de las dos figuras que consideramos más importantes :



Santa Matilde de Hackeborn

Por muchos años logró ocultar humildemente las muchas gracias y favores místicos que el Señor le hacía, hasta que una nueva abadesa le ordenó a Santa Gertrudis, su confidente, que pusiera por escrito lo que sabía de esas gracias. Muy desconsolada Santa Matilde se le fue a quejar al Señor por ese libro que comenzaba, pero éste poniéndolo sobre su Corazón le dijo :


"Todo lo que hay en este libro proviene de mi divino Corazón y a El volverá ...
Anúnciame y dame a los demás de acuerdo con mi generosidad y bondad, no según la tuya." (23)

San Pedro Canisio solía llevar consigo recortes de sus escritos y, entre ellos, estas líneas
suyas :


"Ella vio cómo el Señor abría la herida de su dulce corazón y le decía : - "Mira la grandeza de mi amor, si deseas comprenderlo, en ninguna parte lo
encontrarás mejor que en las palabras del Evangelio : "Yo les he
amado a ustedes como el Padre me ha amado a mí" (Jn 15, 9).
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Santa Gertrudis, la Grande (1256-1301)

Las notas fundamentales de su devoción al Sagrado Corazón son el amor, la confianza, la alegría santa y el espíritu litúrgico. Leamos algunos de sus escritos :

"Alguien que tiene gran experiencia en dirección espiritual (me) aconsejó meditar constantemente sobre el corazón ardiente del Crucificado ..."
(El Señor): "Porque tu has renunciado totalmente a tu propia voluntad, infundiré todas las gracias y gozos de mi corazón en el tuyo, y cuanto más frecuentemente comulgues, mayor será tu contento.
Te he dado a menudo mi Corazón, como señal de nuestra intimidad. Siempre que tú quieras pedirme algo, apela al Corazón que tomé en la Encarnación por amor a los hombres, para que te conceda las gracias que le pidas."
(Gertrudis): "Por tu Corazón herido, queridísimo Señor, hiere el mío tan profundamente de tu amor, que lo terreno ya no le preocupe y pueda darse enteramente a tu fascinante amor" (24)

Los dominicos:

La naciente devoción al Corazón de Jesús recibió el más valioso impulso durante este período de la Alta Edad Media por parte de los dominicos de las Provincias Alemanas que, como maestros y predicadores, le comunican por primera vez al pueblo su propio entusiasmo por esta devoción, que ya desde entonces comienza a ser tan popular en el mejor sentido de la expresión.

San Alberto Magno (O.P.)

El entiende por corazón no sólo el lugar físico donde herimos al Señor, sino también sus más íntimos sentimientos, como, por ejemplo, la alegría del Corazón del Señor al instituir la Eucaristía :

"En su inmenso amor, su Corazón estaba embargado de la alegría de formar un mismo ser con nosotros y llenar nuestro corazón de gozo y alegría."
Y en otros sermones :

-"Antes que la lanza atravesase su Corazón, su alma fue atravesada por un puñal." -"Sufrió la llaga en su costado para que no nos cansásemos de meditar sobre su Corazón.
-"El Señor regó el jardín de su Iglesia con la sangre de su Costado y de su Corazón, del cual nacieron los sacramentos." (25)

Maestro Tauler (O.P.)

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Fue considerado como el mejor predicador de su época y un gran místico. He aquí un hermoso párrafo suyo :

"Si quieres reclinarte como Juan en el amoroso Corazón de nuestro Señor Jesucristo debes considerar atentamente lo que te muestra : Su dulzura, humanidad y el ardoroso amor que tuvo para con sus amigos y enemigos, así como su obediencia y entrega..."
"Nos da su Corazón para que sea nuestra morada y desea el nuestro para que sea la suya... Nos da su Corazón totalmente herido para que permanezcamos en él hasta que nos convirtamos totalmente, haciéndonos semejantes a su Corazón y para que, siendo dignos de él, podamos ser conducidos hasta el divino corazón del Padre." (26)
Catalina de Siena (l347 - 1380)

Es, con Santa Teresa de Jesús, una de las dos mujeres que ostentan el título de "Doctor de la Iglesia". El Señor le concedió abundantes gracias místicas, y será considerada siempre como una de la grandes figuras femeninas de la Iglesia.

En su obra titulada "Diálogo" (por haberla redactado, precisamente, como una conversación entre el Señor y ella) Catalina nos habla de un "secreto del Corazón" de Jesús en estos términos :

" - Dulce, inmaculado Cordero, tu habías muerto ya cuando te abrieron el Costado. Entonces, ¿por qué es que quisiste que te hirieran y te abrieran a la fuerza el Corazón?
Nuestro Señor le contestó :
-Por varias razones, de las que te voy a decir la principal. Mi afecto por la humanidad era infinito, pero el tiempo que de hecho padecí tormentos y dolor se me había acabado. Como mi amor era infinito, ese sufrimiento (limitado) no podía manifestarles adecuadamente cuánto los amaba ...
Por eso, es que quise manifestarles el secreto de mi corazón, (quise) que lo vieran abierto, para que vieran que los amaba más de lo que podía mostrarles aquel limitado sufrimiento."

Animó, constantemente, a los numerosos destinatarios de sus carta a beber del Corazón del Crucificado. Pero - y aquí radica, posiblemente, la raíz de su autenticidad - insiste en que sólo puede beber de esa fuente quien está dispuesto a abrazar, con Jesús, la cruz y darse a los necesitados ...

Muchos otros amigos tuvo el Corazón de Jesús estos años de la Alta Edad Media : El Maestro Eckhart, Enrique de Suso, Adelaida Langman, etc., etc., pero el espacio de que disponemos es limitado y tendremos que contentarnos con esta sucinta relación.

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III- OTROS AMIGOS (1400-1673)

Al pujante despuntar de la devoción durante la Alta Edad Media le siguió un período más lento, casi estacionario. El fervor de muchas de esas comunidades religiosas que mencionamos se enfrió. (Hay que ver lo inconstantes que somos para el bien! La propia Iglesia confronta en este tiempo una de las más serias crisis de su historia : La Reforma.

Pero, como al Señor no le faltan nunca al menos unos pocos amigos fieles como la Virgen, Juan y las otras dos Marías, este período no carece, tampoco, de figuras tales como las de Tomás de Kempis, San Pedro Canisio, San Juan Eudes, Jacques B. Bossuet y San Francisco de Sales, quienes no sólo mantuvieron puesta la mirada en su Corazón, sino que condujeron a muchos hasta esa fuente y prepararon el camino para que, más tarde, todo un pueblo diera con tan rica vena, con tan inagotable fuente.


Tomás de Kempis (1379-1491)

Animados por el piadoso sacerdote de Bruselas, Juan Ruysbroeck, hacia el 1380 nacen en los Países Bajos unas ejemplares comunidades cristianas llamadas "Hermanos de la Vida Común". En medio de la prevalente laxitud y tibieza de la vida eclesial de aquel tiempo, sus casas son amables y austeras a la vez, y en ellas se vive al pie de la letra el mandato de amar a todos, pero, particularmente, a los pobres y necesitados. Uno de sus miembros, en Windesheim, es el "hermano" Tomás de Kempis, conocido de sobra entre nosotros (todavía hoy, seiscientos años más tarde) por ese pequeño gigante de la literatura ascética cristiana que es "La Imitación de Cristo". (Qué falta nos hace hoy día alguien de su talla que la reescriba o actualice de acuerdo con el sentir eclesial propio del Vaticano II!

De la Imitación de Cristo :

"Si te refugias devotamente en las preciosas llagas de Jesús, sentirás gran fortaleza en las dificultades... Con sólo una vez que te adentrases en el interior de Jesús (su Corazón) y gustases un poco de su ardiente amor, no te importarían ya en absoluto tus éxitos o fracasos. Al contrario, te alegrarías de las ofensas que te hacen, pues el amor de Jesús nos hace humildes." (27)

Además de la "Imitación" nos queda también un libro de "Sermones" de Tomás de Kempis, en los cuales es todavía más clara su devoción al Corazón de Nuestro Señor :

(Voz de Cristo) :

"... Al que se atreva a negarse al amor de las criaturas yo le daré acogida en la herida de mi Costado derecho. Ahí me podrá encontrar en la profundidad de mi amor, ya que se ha liberado del gusto por lo creado. Yo atraigo hacia Mí lo más íntimo del ser de aquellos que tocan mi Corazón, para que se olviden de sí mismos."
(Voz del Alma) :

"Cuánto me agradan tus palabras, Señor Jesucristo. Te pido, por tanto, que aunque

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no logre ser como Tú en todo, me concedas al menos sufrir muy unido a ti ... Entra, entra alma mía, por ese Costado derecho de tu Señor Crucificado. Pasa a través de su preciosa herida a su Corazón tan amante, para que te calmes y descanses y protejas del vendaval de este mundo en los agujeros de esa roca.

Ven, humano, Corazón adentro, a lo escondido a lo secreto del Corazón de Dios, que te abre la puerta. (Entra bendito de Dios, no te quedes afuera!

Las venas de la vida están abiertas para ti, el camino seguro, el arca celestial de dulce fragancia ... Aquí te puedes refugiar de las tentaciones del enemigo, éste es el lugar del perdón antes del juicio próximo. Esta es la fuente inagotable de bálsamo y gracia para los pecadores arrepentidos. Esta es aquella fuente que brota en el centro del Paraíso para regar la tierra, calmar la sed del espíritu, apagar las pasiones y serenar los ánimos. Llena tu copa de amor en esta fuente del Salvador. Toma de ese Costado de Cristo la dulzura que es posible en esta vida, para que no vivas ya para ti, sino para el que fue herido por ti. Dale tu corazón al que abrió el suyo para ti. Pasa por la puerta de esa herida sagrada al interior de tu Redentor. El te invita, El te pide que te quedes con El, El desea hacer de tu corazón el suyo. El te dice: "Hijo, dame tu corazón. Dios no te pide nada más. Dáselo a Cristo, no al mundo. El hizo que su Costado quedara abierto y que fuera tan profunda
aquella apertura que tú pudieras llegar a lo más profundo del Hijo de Dios, para lograr ser uno contigo..." (28)

San Pedro Canisio (1521-1597)

Uno de los más valiosos e infatigables apóstoles de todos los tiempos. Desarrolló su ministerio sobre todo en la Alemania convulsa de la Reforma y la Contra-Reforma. Jesuita, teólogo, hombre de acción, autor de varios catecismos y, en particular, del llamado "Catecismo Mayor", que tuvo un enorme impacto en su época.

Su amor al Corazón de Cristo creemos que se originó al amparo y bajo el influjo de la famosa Cartuja de Colonia, ciudad donde hizo sus primeros estudios superiores, y donde los cartujos animaron por mucho tiempo la naciente devoción al Corazón del Redentor.

Nos parece particularmente apropiado para estas páginas la narración que nos dejó el propio santo, en su "Testamento", de la visión que el Señor le concedió la mañana de su profesión religiosa solemne, mientras estaba orando en la Capilla del Santísimo Sacramento en San Pedro (Roma) :

"Mi alma estaba en cierto modo postrada ante Ti, fea, decaída y manchada por sus innumerables faltas y pecados. Pero Tú entonces abriste para mí tu santo pecho, y me pareció ver directamente tu Corazón. Me ordenaste, entonces, beber de ese manantial al invitarme, Redentor mío, a tomar de tu fuente el agua de mi salvación. Tuve, entonces, el ardiente anhelo de que corrieran sobre mí torrentes de fe, esperanza y caridad; tenía sed de ser lavado, vestido y arreglado completamente por Ti".
"Me atreví a tocar tu Corazón - tan amable amante - con mis labios, y apagar en él mi sed. Después me prometiste cubrir la desnudez de mi espíritu con el triple hábito de la paz, del amor y de la perseverancia, regalo tan oportuno para la profesión ya próxima. Con

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este vestido de salvación tuve plena confianza de que nada me faltaría y de que todo redundaría en tu mayor gloria." (29)

Al caer postrado en cama, al final de sus días, después de gastarse totalmente en las mil y una batallas apostólicas que emprendió acuciado por su inquebrantable amor a Jesucristo y a la Iglesia, le quedaron todavía fuerzas para componer esta oración, que repetía a menudo al anochecer:

"...me uno a la alabanza que desciende de Ti, Señor Jesús, a todos los santos, me uno a la gratitud que viniendo de tu Corazón, buen Jesús, les permite a los santos darte gracias; me uno a tu pasión, que borró, buen Jesús, toda la culpa de la humanidad; me uno a tu divino deseo de salvar a la humanidad, buen Jesús; me uno a cada plegaria que,
teniendo origen en tu Corazón, buen Jesús, desciende de ahí a los corazones de tus santos." (30)

San Juan Eudes (1601-1680)

Fundó la Congregación de Jesús y de María (Eudistas). Hoy día lo reconocemos como uno de los grandes precursores de la devoción popular al Corazón de Jesús y de su expresión litúrgica. Muy devoto de la Virgen, insistió siempre en que no hay medio más eficaz de acercar a los pecadores endurecidos al Corazón de Cristo, que tomando el camino del corazón de su Madre Santísima.

Uno de sus textos :

"El Corazón de Cristo es un templo del amor divino. El amor increado y
eterno,
el Espíritu Santo, es quien ha construído este templo de la sangre
virginal de la Madre
del amor ... Pero, el amor de Jesús no sólo es un templo,
sino que es también el altar del
amor divino. En ese altar arde día y noche el
sagrado fuego de su mismo amor. En ese
altar es que Jesús, nuestro Sumo
Sacerdote, ofrece contínuamente sacrificios a la
Santísima Trinidad." (31)

Jacques B. Bossuet (1627-1704)

Fue una de las figuras públicas más importantes de la Francia de su época y uno de los oradores sagrados más importantes de todos los tiempos. Descubrió el Corazón de Cristo siendo todavía un sacerdote muy joven; fue El, de seguro, quien le conservó una actitud sacerdotal muy sincera, en medio de su tan agitada vida pública.

Para muestra, estas líneas :

"Lo que a mí me permite entender mejor el particular afecto del Corazón de Jesús al discípulo del que hablamos (San Juan), son los tres regalos que, de acuerdo con los Evangelios, sabemos que le hizo: En vida, cristianos, le concedió su cruz; al morir, su Madre; y en la Ultima Cena, su Corazón.
Cristianos, no le pareció bastante al Salvador, darle sus dones a Juan, y quiso darle la fuente misma de ellos. Todos los dones provienen del amor; El le dio su amor. El amor

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proviene del corazón; El le dio su corazón. Puso en sus manos la fuente de cuyo fruto ya le había dado. - Ven, le dijo, querido discípulo, te he escogido desde el comienzo de todo para que seas el "Doctor de la Caridad"; ven y bebe de su fuente, ven y aprende esas palabras llenas de dulzura con las que vas a lograr atraer a mis leales a este Corazón que vive para amar a los hombres, ven y siente el ardiente fuego que me consume.

Dense cuenta, mis hermanos, qué clase de corazón es el Corazón de Jesús: comprendan ahí el "misterio" del cristianismo. Por eso es que nuestra fe puede resumirse en estas palabras : "Nosotros hemos creído en el amor que Dios nos tiene". Esa es la profesión de fe de San Juan.

Si lo creemos, debemos actuar en consecuencia. El corazón de Jesús nos impacta y nos une a todos sus fieles "para consumarnos en unidad". Fue su Corazón el que habló cuando dijo : "Padre, yo quiero que donde yo estoy estén también los que tú me has dado". No hace excepciones, a todos nos llama suyos, todos debemos amarnos, por tanto, con el amor mismo de nuestro Salvador, "en las entrañas de Jesucristo".
"Apropiémonos, pues, de este Corazón de Jesucristo, corazón que no entiende de límites y no excluye a nadie de su amor..." (32)

San Francisco de Sales (1567-1622)
Cuando Pío IX lo declaró "Doctor de la Iglesia" dijo de él : "Es admirable la manera cómo Francisco de Sales por su cercanía al autor mismo de la ternura, pudo sembrar la semilla de esta

Devoción al Sagrado Corazón que se propaga, afortunadamente, en estos tiempos tan difíciles para la fe". (33)

Quienes conocen su vida y escritos saben que, si de alguien puede afirmarse que aprendió de Jesús la lección de cómo lograr un corazón manso y humilde, ese es Francisco de Sales. Su obra y persona no irradiaron otra cosa que amabilidad, simpatía, ternura y afecto sincero para todos.

El año de 1610, el viernes después de la octava de Corpus, le escribía a Santa Juana Francisca de Chantal estas líneas de índole profética :
"Buenos días, mi muy querida hija ... Esta noche Dios me ha hecho pensar que nuestra casa, nuestra Orden de la Visitación, es suficientemente importante, por su gracia, para llevar su blasón, su emblema, su eficaz grito de batalla. He pensado, querida Madre, que si usted está de acuerdo adoptemos como nuestro escudo de armas un Corazón atravesado por dos flechas, rodeado de espinas y que sirva de base a una cruz en la que estén grabados los sagrados nombres de Jesús y de María". (34)

Parece demasiada casualidad el que haya sido una religiosa de la Orden de la Visitación - precisamente - quien, 75 años más tarde, recibiera del Señor el encargo de promover la celebración de una fiesta litúrgica, todos los años para celebrar el amor de su Corazón. Fecha escogida : El viernes posterior a la octava de Corpus.

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Notas :
1- Cor Salvatoris, Josef Stierli, Editorial Herder, Barcelona, 1958, p. 91.
2- La Tradición Apostólica, Hipólito de Roma, Ediciones Sígueme, Salamanca, 1986, p. 99. 3- Cor Salvatoris, p. 102.
4- Ibid, p. 103.
5- Paulino de Nola, Epistola 21, 4 in Migne, Patrologia Latina, Vol.61, p. 251.
6- San Agustin, Tractatus in Joannem IX, 10 in Migne, Patrologia Latina, vol. 35, p. 1463. 7- Cor Salvatoris, op. cit. p. 106.
8- Towards a Civilization of Love, Ignatius Press, San Francisco, 1985, p. 160.
9- San Jerónimo, Epistola 64, CSEL 64, p. 587.
10- Cita tomada, en parte, de Teología y vivencia del Culto al Corazón de Cristo, tomo II, parte 1, Edapor, Madrid, 1979, p. 490.
11- San Juan Crisóstomo, In Joannem, Homil. 85, J.P. Migne, Patrologia Cursus Completus Graeca, Vol 59, p. 463. 12- Teología y vivencia del Culto al Corazón de Cristo, op. cit. p. 491.
13- Ibid., p. 484.
14- Ibid., p. 478.
15- Karl Richstaetter, S.J., Illustrious Friends of the Sacred Heart of Jesus, St. Louis, Herder, 1930, p. 22. 16- San Anselmo, Liber Meditationum et Orationum 10, in Migne, Patrologia Latina, Vol. 158, p. 762.
17- San Bernardo de Clairvaux, Obras Completas, Vol. 2, B.A.C., Madrid, 1955, p. 405. 18- Illustrious Friends, op. cit., p. 44.
19- Lázaro Iriarte de Azpuru, The Franciscan Calling, Chicago, Franciscan Press, 1974, p. 49. 20- San Buenaventura, Obras de San Buenaventura, B.A.C., Madrid, 1967, pp. 303-304.
21- Cor Salvatoris, op. cit., p. 126.
22- Obras de San Buenaventura, p. 507.
23- Cor Salvatoris, p. 132.
24- Ibid., pp. 134-135.
25- Ibid., pp. 137-138.
26- Ibid., pp. 140.
27- Tomás de Kempis, La Imitación de Cristo, Libro Segundo, Cap. 1ro., Regina, Barcelona, 1979, pp. 204, ss. 28- Margaret Williams, The Sacred Heart in the Life of the Church, Sheed & Ward, New York, 1957, pp. 84-86. 29- Cor Salvatoris, p. 164-165.
30- Margaret Williams, op. cit. p. 91.
31- Saint John Eudes, Meditations on various subjects, New York : P.J. Kennedy, 1947, p. 427. 32- Margaret Williams, op. cit., p. 101.
33- Ibid., p. 96.
34- Ibid., p. 96.

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